Sanciones de EUA a VenezuelaExtractos de una nota publicada el New York Times en español. Por Anatoly Kurmanaev y Clifford Krauss. CARACAS — Cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, sorpresivamente impuso sanciones al petróleo venezolano dirigidas a derrocar al presidente Nicolás Maduro, las exportaciones cayeron en picada y las actividades bancarias se paralizaron mientras las medidas tenían un efecto más veloz y atroz de lo esperado.

Sin embargo, en los últimos días ha quedado claro que la petrolera del Estado venezolano, el principal blanco de las sanciones por ser la fuente económica de Maduro, ha encontrado maneras de sobrevivir, con algo de ayuda de los rusos.

Muchos en Venezuela temen que, en caso de que Maduro se aferre al poder, las sanciones impuestas la semana pasada aumenten la catástrofe humanitaria que ya sufre esta nación de alrededor de treinta millones de habitantes.

“No estoy seguro de que Estados Unidos tenga un plan b en caso de que no logre deshacerse de Maduro”, dijo Francisco Rodríguez, economista venezolano de Torino Capital, una consultoría de inversiones. “Temo que si se implementan esas sanciones en su forma actual, seamos testigos de una hambruna”.

Las exportaciones de petróleo venezolano a Estados Unidos, la fuente más grande de efectivo para el gobierno de Maduro, cayeron un 40 por ciento la semana pasada. Los clientes suspendieron sus contratos, los bancos suspendieron las cuentas venezolanas y decenas de buques cisterna llenos de crudo venezolano quedaron varados por todo el Caribe.

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No obstante, la ayuda crucial provino del inversionista petrolero más grande de Venezuela: Rosneft, la empresa rusa dirigida por el Estado. La compañía dijo en una presentación el martes 5 de febrero que aumentaría la producción en Venezuela este año a pasar de las sanciones, y que seguía comprometida con el país. La medida fue un salvavidas para el gobierno de Maduro.

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A muchos venezolanos les preocupa que los flujos reducidos de ingresos empeoren drásticamente la escasez de por sí grave de alimentos y medicina, y cierren los pocos negocios privados que quedan; aunque quizá permitan que Maduro se aferre al poder.

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La oposición planea traer ayuda humanitaria financiada por Estados Unidos –que incluye botiquines y comida suficiente para alimentar a 5.000 venezolanos durante diez días– a través de la frontera con Colombia.  Pero la ayuda fue detenida el viernes por el gobierno de Maduro, que bloqueó el puente que la caravana de provisiones debía cruzar.

Al forzar un enfrentamiento en la frontera, donde las autoridades venezolanas se negaron a permitir el ingreso de provisiones básicas, los líderes de la oposición esperaban dejar una mala imagen de Maduro y las fuerzas armadas, el grupo cuyo apoyo es vital para que se mantenga en el poder.

“Esto simplemente no es una misión humanitaria”, dijo sobre la oposición Adam Isacson, director de supervisión de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos. “Lo que buscan es el efecto visual. Quieren forzar al ejército venezolano a tomar una decisión. De cualquier modo salen perdiendo”.

El viernes Maduro dijo que la ayuda no era necesaria.

“Quieren pintar una caricatura de un país en crisis humanitaria, una dictadura, y de Estados Unidos extendiendo la mano para ayudar a un pueblo en necesidad”, dijo.

En las farmacias de Caracas, los pacientes desesperados que buscan medicamentos escasos dijeron que temen que las nuevas sanciones puedan llevar al sistema de salud, que ya está colapsando, al borde del abismo.

 Debido a la prevalencia del sistema financiero de Estados Unidos y el dólar en la economía global, los efectos en cadena de las sanciones se extendieron más allá de las fronteras estadounidenses e hicieron que fuera muy difícil para el gobierno venezolano seguir comprando y vendiendo productos.

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A pesar de las tensiones en aumento, la élite venezolana ha seguido haciendo la mayoría de sus negocios a través de Estados Unidos, mediante bancos y proveedores estadounidenses.

El impacto más fuerte fue la pérdida repentina del mercado estadounidense para las empresas propiedad del Estado venezolano y sus proveedores locales.

 “Estamos viendo que los socios de PDVSA están tomando precauciones; estamos viendo que se cancelan los contratos”, dijo Risa Grais-Targow, experta en Latinoamérica en el Eurasia Group, una firma de consultoría de riesgos políticos en Washington.

“Si PDVSA no puede encontrar rápidamente mercados de exportación alternativos o fabricar su propio crudo”, dijo, “estará en una situación en la que la producción no podrá trasladarse a ninguna parte y tendrá que empezar a cerrar operaciones; ese es un gran problema”.