Al mismo tiempo que cedía ante la exigencia del público de que identificara al oficial que vació su pistola y mató a Michael Brown, el jefe de la policía de Ferguson, el sitio del incidente, decía que el joven era el principal sospechoso en robar una caja de tabacos valorada en US$48.99.
En conferencia de prensa, el jefe de la policía Thomas Jackson dijo que un agente llamado Darren Wilson mató a Brown, de 18 años y quien estaba desarmado.
Luego proporcionó detalles sobre el presunto robo — sin armas y únicamente mediante intimidación y empujones — del robo en una tienda de una caja de cigarros Swisher Sweet. Mostró fotos de una cámara de seguridad sobre dicho incidente y dijo que Wilson respondía a ese crimen.
Pero eso no tiene nada que ver: La discusión no es sobre el carácter del joven sino sobre su asesinato.
Y ni en EUA, ni en ninguna parte del mundo, la pena por robar una caja de cigarros es una ejecución pública.
La táctica de culpar la víctima no es nada nueva y en este caso es transparante.
Por otro lado, el área se mantiene calmada desde que el gobernador de Missouri ordenó que la policía estatal vigilara el área y no la policía local. Los estatales no aparecen militarizados.
Fuente: The Huffington Post