Clausura de OlimpiadasEn la ceremonia de clausura desfilaron las grandes figuras de la música británica; The Who cerró la fiesta y entre otros, estuvieron Queen, George Michael, Madness, Pet Shop Boys, Annie Lennox, las Spice Girls y Muse; Rio de Janeiro 2016 será la sede de la próxima cita olímpica.

LONDRES.- El Estadio Olímpico de Stratford empieza a latir para experimentar una ceremonia de clausura llena de sorpresas. Es el principio, pero también el final de todo. Con puntualidad británica, a las 21, asoma el Big Ben que hace sonar las campanas. El vértigo arranca con 108 vehículos en escena envueltos en periódicos de papel, en un homenaje a la prensa. El circuito de los autos serpentea los principales monumentos arquitectónicos de Londres. Enseguida, un imitador de Winston Churchill, Timothy Spall, pide silencio para el ingreso del príncipe Henry de Gales y el presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge. A continuación, el himno God save The Queen. Todos de pie.

La mole blanca del Olympic Park, todavía escenario de una ciudad empapelada de diario, comienza luego a sacudirse al ritmo de Madness, Blur, los Pet Shop Boys, One Direction y Stomp. El estadio se convierte en una gran puesta teatral, el espectáculo ya es enorme. Ray Davies, quien fuera líder de los Kinks, llega en un taxi inglés para plantarse en el centro y entonar Waterloo Sunset, su hit de 1969. Emeli Sandé da paso al atardecer, mientras se repasa un emotivo video con algunos de los momentos más trepidantes de las competencias. En este caso salen los atletas desfilando al estadio, bajo los acordes de Elbow. Cada país tiene un abanderado, todos los atletas no paran de hacer fotos con sus cámaras y celulares. Allí está Sebastián Crismanich, el héroe dorado del taekwondo argentino.

Unos bailarines en el centro del estadio escenifican los momentos más emocionantes de cada atleta y levantan una pirámide blanca. Entonces se entregan las medallas de maratón, como ocurre desde Atenas 2004: oro para el ugandés Stephen Kiprotich; plata y bronce para los keniatas Kirui y Wilson Kiprotich, respectivamente. Se les brinda un homenaje a los más de 70.000 voluntarios que activaron los Juegos de Londres desde las más diversas funciones. Pero todos enmudecen con Imagine, de John Lennon. Hay piel de gallina, porque su figura es tan vívida, la proyección es tan nítida, que el cantante parece estar allí mismo. Al final del tema se forma el rostro del líder de los Beatles y poco después estalla en varios pedazos, como si fuese una nueva despedida de su cuerpo. Después de John suena Faith, con George Michael en persona y su campera de cuero negra. La palabra Freedom (Libertad) recorre en forma de luces todo el anillo y a toda velocidad. A continuación, la interpretación de Kaiser Chiefs. Al igual que en la ceremonia inaugural, el recuerdo de David Bowie, con un video en el que se repasan algunas de sus mejores canciones. El desfile de artistas célebres no termina; algunos en carne y hueso, otros en el recuerdo de la imagen. De un galeón fantasma surge Annie Lennox interpretando Little Bird. Y después, Russell Brand, el famoso presentador británico actúa sobre un autocar inspirado en los años 70. A Brand lo releva Fatboy Slim.

¡Aparecen las Spice Girls en el escenario! Victoria Beckham, Mel B, Mel C y Geri Halliwell, son transportadas en taxis y entonan un remix de canciones. Por supuesto: no puede faltar el famoso Wannabe. Tras las chicas Spice, en este concierto continuo, uno de los hermanos Gallagher, la mitad de Oasis, que interpreta Wonderwall. Hasta suena Pink Floyd, con unos covers, aunque no con los verdaderos integrantes.

De lo musical a lo coreográfico: un hombre bala intenta volar el estadio, pero fracasa y aparece Eric Idle, de los Monty Phyton. Luego sí: el hombre bala sale expulsado de un cañón y cae en una red de contención. Es pura elasticidad. Vuelven las melodías con el escalofriante tema oficial de los Juegos: Survival, de Muse. Y no podía faltar un sentido homenaje a Queen y a Freddy Mercury. El vocalista aparece en cuatro pantallas, y en su puesta en escena, parece jugar con el público como en la gloriosa década del 80. Es un delicado juego entre el pasado y el presente.

El show cambió de acto y se inicia la parte protocolar: suena el himno griego, en un homenaje al origen de todo el movimiento olímpico, interpretado por la Orquesta Filarmónica de Londres. La ciudad entrega la bandera olímpica a Brasil, específicamente a Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro. Se escucha el himno nacional brasileño y se iza la bandera de Orden y Progreso. Se extiende el logo de Río 2016 y surge el espacio para O Rei Pelé, que luce la camiseta canarinha. En algún pasaje del espectáculo, Inglaterra muta como si fuese un gigantesco sambódromo.

Sebastian Coe, presidente del Comité Organizador de los Juegos 2012, se enorgullece en su parlamento: “Los británicos han estado a la altura” y que Londres “ha vuelto a iluminar al mundo”. El micrófono pasa a Jacques Rogge, presidente del COI, que agradece el esfuerzo de todas las personas y se acuerda de los Juegos Paralímpicos, que se celebran del 29 de agosto al 9 de septiembre. Baja del cielo un pequeño Ave Fénix, que cruza hasta el centro del estadio, y al suizo le toca la parte más triste: declarar el final de los Juegos 2012. El pebetero, vigoroso hasta entonces con sus 204 antorchas, disminuye la intensidad de su fuego y empieza a abrirse como una flor justo a la hora 0 londinense. “Ohhhh” se escucha en todo el estadio como un lamento compartido.

El último capítulo lo anima The Who en el otro extremo del estadio con varios temas. Y se produce el cierre con un gran espectáculo de fuegos artificiales. Es el saludo final a dieciséis grandes jornadas de deporte, de proezas y frustraciones, de récords para el asombro y algunas trampas con el doping. Instantes mágicos que quedarán en la memoria de todos. Londres se marcha a algún lugar de los recuerdos con sus buses rojos de doble piso y Río de Janeiro toma el testigo. El carnaval llegará dentro de cuatro años.

Foto cortesía Sam Churchill via flickr

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