TROVA 1“Con una canción cubana en el corazón/A cuban song in my heart”, de Iván Acosta reúne más de medio siglo de música cubana — de la rumba al son, del chachachá a la salsa y el Latin Jazz en EUA. Consiste de las tapas de 290 álbumes “long play”, enmarcada cada una por un cuento escrito por el escritor cubano-neoyorkino, autor de ‘El Super’, diversas obras de teatro, varias películas y ensayos. Publicar este libro bilingüe, una joya histórica y musical de gran impacto visual y enorme valor sentimental, requiere de US$10,000, que los amigos de Iván Acosta buscan recaudar mediante contribuciones. Aquí “Había en el barrio un diminuto trovador”.

Había en el barrio un diminuto trovador cuya voz a mí nunca se me olvida. Para quien nunca ha estado en Santiago de Cuba, déjenme decirles que en Santiago se respira la música. Yo recuerdo el ir caminando por las calles con mi padre, y escuchar a los trovadores cantando por todas partes. Por aquí, un tenor pregonero. Por allá, un trío improvisando quimeras. Desde el umbral de una residencia, un ama de casa cantando a todo pecho su bolero preferido. ¡Y qué decir de los grupos de rumberos, con tumbadoras, cajones y cencerros en mano, gritando sus lamentos a ritmo de guaguancó!

De vez en cuando, papá me llevaba rumbo a una viejísima casa que, a pesar de que estaba desvencijada y cayéndose, era una parada de rigor. Allí se reunían muchísimos trovadores: Ignacio Piñeyro, la incomparable María Teresa Vera, y Ñico Saquito, entre otros, a darse gusto entonando guajiras, sones y bellas canciones criollas.

Yo era muy niño y todavía no sabía apreciar la gran fuente cultural a la que mi viejo me acercaba en aquellas caminatas. Pero aquel diminuto trovador nunca se me olvida. Cantaba muy bajito, muy bajito, y cuando empezaba a entonar, todo el mundo en el caserón hacía silencio absoluto, para poder escucharlo.

¿Quién me iba a decir a mí que aquella melodiosa voz que tanto disfruté de niño al pie de mi papá, allí mismo en Los Hoyos, era la voz de un gigante de la música cubana? ¡Nada menos que Sindo Garay!

Usted también puede contribuir en la publicación de “Una canción cubana en el corazón”.

Musica Santiago Cuba

A petit troubadour, a man whose beautiful voice I will never forget, lived right down the street from us in Los Hoyos neighborhood. For those of you who have never been to Santiago de Cuba, let me explain that it is music and not air that you breathe in that city. I remember my father taking me for long walks all around town, and running into people singing everywhere. Here, a tenor posing as a street vendor; there, a Trio could be heard improvising love songs. From inside a house one could hear a housewife singing a virtual aria to a popular bolero. And how about the street dancers with their tumbadoras, percussion boxes and cowbells, giving it their all in a spirited guaguancó?

Every once in a while my dad would take me to this very old house. It may have been shabby and falling apart, but that house was an obligatory stop. Many of the local troubadours gathered there to sing to their hearts’ content: Ignacio Piñeyro, the incomparable María Teresa Vera, Ñico Saquito, among others. Some of the most beautiful guajiras, sones and popular songs could be heard in that old house on any given afternoon.

I wasn’t old enough to appreciate the great cultural experience my father exposed me to during those afternoon walks. But I do remember that little man, the petit trouba- dour. He sang very, very softly, and as soon as he’d start humming a tune, everyone in the house kept absolute quiet so they could hear him. TROVA 2

How could I have known that the little man whose melodious voice enthralled me while I stood by my father’s side so many times was really a giant among Cuban musicians: none other than the great Sindo Garay!