COVER“Con una canción cubana en el corazón/A cuban song in my heart”, de Iván Acosta reúne más de medio siglo de música cubana — de la rumba al son, del chachachá a la salsa y el Latin Jazz en EUA. Consiste de las tapas de 290 álbumes “long play”, enmarcada cada una por un cuento escrito por el escritor cubano-neoyorkino, autor de ‘El Super’, diversas obras de teatro, varias películas y ensayos. Publicar este libro bilingüe, una joya histórica y musical de gran impacto visual y enorme valor sentimental, requiere de US$10,000, que los amigos de Iván Acosta buscan recaudar mediante contribuciones. Aquí, la introducción por Marc Myers. 

Cierre los ojos y trate de recordar alguna vez que sus padres se sintieron tan preocupados por los sucesos diarios que comenzaron a asustarse, eventos que para usted eran difíciles de entender. ¿Se acuerda de lo aterrorizado que se sentía cuando en sus voces y en sus rostros se reflejaba el temor que les embargaba?

Ahora imagínese que sus padres le dicen a usted que debe prepararse rápidamente porque todos deben irse de la casa; que no saben cuánto tiempo estarán lejos de allí; y que es muy probable que usted no vuelva a ver ni su hogar, ni a sus amigos, o el barrio, y además le advierten que no haga tantas preguntas.

Imagínese que todo aquello que usted considera permanente y seguro está a punto de desaparecer para siempre. Es difícil para un americano concebir semejante terror. El solo pensar que hay que huir a otra ciudad –ni qué decir a otro país–, es absurdo. ¿Verse uno obligado a abandonar su adorado vecindario, lleno de cosas fascinantes y de familiaridad social? Eso le ocurre a la gente de otros países, ¡no a los americanos!

Para apreciar plenamente este libro maravilloso escrito por mi querido amigo Iván Acosta, usted necesita imaginarse a sí mismo en una situación semejante. Porque para entender los orígenes del poético amor de Iván por Cuba, por la música y la cultura cubana, y la pasión y la nostalgia que con tanto amor y riqueza derrocha en este libro, usted necesita imaginar el choque que él sufrió siendo aún muy joven, y el anhelo que sigue sintiendo hasta el día de hoy por la patria de su adolescencia.

Iván abandonó Cuba con su familia en una cálida tarde de agosto de 1961, cuando tenía 16 años de edad. Veintiuna personas se apiñaron en un bote de 28 metros, a sabiendas de que podían ser abalaceados, o, de ser sorprendidos, condenados a 20 años de prisión. Tambien cabía la posibilidad de morir si el bote naufragaba en medio de la violenta tormenta tropical que azotaba aquel lugar cuando partían.

Escapar del país de uno en medio de tanto peligro requiere un enorme valor. La mayoría de las personas no abandona lo que les es conocido, aún cuando se sienten oprimidos. Los riesgos son muy grandes. No obstante, asuma usted, esti- mado lector, que sus padres tomaron esa decisión y le dijeron que solamente tenía unos minutos para recoger sus cosas. ¿Qué pertenencia se hubiera llevado como recuerdo de lo que estaba dejando atrás? ¿Una muñeca? ¿Un juguete? ¿Un anillo?

Iván buscó dos discos: uno del cantante Luis Bravo y otro de Ramón Veloz. Dos selecciones tan sorprendentes como fabulosas. Un acto simultáneo de recuerdo y de venganza, como diciendo: “Si tú me obligaste a que te abandonara, yo me llevo un pedazo de ti que vas a extrañar, mi Cuba querida, canciones que son tuyas, ritmos que tú inventaste, sonidos que tú creaste, y nada podrás hacer para detenerme. ¿Cómo has podido obligarme a que te abandonara?”.

Milagrosamente, Iván y su familia llegaron a Jamaica sanos y salvos. Pasaron tres meses antes de que el gobierno de los Estados Unidos les concediera asilo político. Iván creció; interiorizó todo lo que pudo de su nuevo país; llegó a amar y a apreciar todo lo que esta gran nación le ofrecía. Su curiosidad es hoy tan intensa como lo era el primer día que pisó suelo americano. Sobre todo, Iván nunca olvidó la sorprendente música que escuchó y vivió de niño, el enardecimiento, el talento, la exuberancia, y las actuaciones espectaculares que vio de niño, y que pasaban inadvertidas.

El profundo conocimiento que Iván posee sobre los músicos, los instrumentos y los artistas latinos es extraordinario. Cuando lo escucho hablar sobre la música, siento que recibo toda una educación. En segundos, él puede descifrar qué artista está tocando, cuál de los cientos de ritmos latinos es el que está interpretando, y la contribución que ambos han legado a la historia del arte musical.

Iván es también un talentosísimo dramaturgo, director teatral, documentalista, novelista, cinematógrafo, promotor y productor de conciertos. Ha compuesto cientos de canciones; es el autor de una de mis películas favoritas (“El Súper”) y es un ser humano extraordinario. Todo lo que Iván palpa se convierte en arte.

Iván también es un amante del vinil. Todo aquél que atesore una colección de discos de larga duración, cuide y escuche atentamente su música mientras se deleita con las cubiertas, lea y relea cada nota de la contraportada, y organice y reor- ganiza los estantes de discos, entiende fácilmente esa pasión de Iván por su colección de 5000 álbumes LP. Muchas de las cubiertas de esos discos sirven de ilustración a estas páginas.

Si usted ama la vida y las cosas hermosas que suceden cada vez que un grupo de personas se reúne una tarde de fin de semana para disfrutar de una comida, de buena música y de recuerdos que se llevan en el alma, usted atesorará este libro. Y cuando lo haya terminado, usted tendrá algo en común con Iván Acosta: la convicción de que le ha sido devuelto el arte de apreciar la vida misma. Escuchará de nuevo la risa de los niños; verá cómo las nubes se transforman en animales; y experimentará la alegría que le rodea si sabe hacia dónde dirigir la vista y el oído.

Este libro comenzó en Cuba hace muchos años. El viaje de Iván en busca de la verdad continúa hasta el día de hoy. Dis- frute sus palabras y vuelva a descubrir la belleza que hay en la vida.

—Marc Myers

Marc Myers es fundador de Marc Myers LLC, una firma de consultoría y de Medios en Nueva York, y es el editor de JazzWax.com, un blog diario sobre jazz. El es el autor de “How to Make Luck: 7 Secrets Lucky People Use to Succeed”.

Usted también puede contribuir en la publicación de “Una canción cubana en el corazón”.

 

COVER

Close your eyes for a moment and think back to a time when your parents were so upset about events you didn’t understand that they started to panic. Remember how terrified you felt as their voices and faces filled with fear?

Now imagine your parents are grabbing you and telling you that you have to get ready fast because everyone is leaving the house, that they don’t know how long you’ll be away, that you might not see your home, friends or neighborhood again, and to stop asking so many questions. Imagine that all of the things you once considered permanent and safe were about to disappear forever.

It’s hard for any American to conceive such terror. The thought of fleeing to another city let alone another country is absurd. Forced to leave your beloved neighborhood, with all of its social excitement and familiarity? That happens to other people in other countries, not to Americans.

But to fully appreciate this marvelous book by my dear friend Ivan Acosta, you must imagine yourself in such a situation. Because to understand the origins of Ivan’s poetic love for Cuba, Cuban music, Cuban culture and the passion and nostalgia he depicts so richly and lovingly in this book, you must imagine the shock he experienced as a teenager and the yearning he continues to feel today for the homeland of his youth.

Ivan left Cuba with his family on a hot afternoon in August 1961 when he was 16 years old. Twenty-one people jammed onto a 92-foot boat, fully aware that they could be shot or spend 20 years in prison if caught. Or they could drown if their boat drifted into the raging tropical storm sweeping across the Caribbean at the very moment of their departure.

To escape one’s country in the face of such danger takes enormous courage. Most people do not abandon what they know well, even when oppressed. The risks are too great. But let’s assume your parents made such a decision and told you there were only minutes to gather your things. What would you grab to remind you of the life you left behind? A doll? A toy? A ring?

Ivan reached for two 12-inch long-playing records, one by Luis Bravo and the other by Ramon Veloz. To take records is both an amazing and fabulous choice. It’s a simultaneous act of remembrance and revenge. “You forced me to leave, so I’m taking a part of you, dear Cuba, that you will miss, songs that are yours, rhythms you invented, sounds you created– and there’s nothing you can do to stop me. How dare you make me leave you?”

Miraculously, Ivan’s family reached Jamaica safely and spent three months there before receiving political asylum in the United States. Exposed to all that America had to offer, Ivan absorbed it all, and grew to love and appreciate his new home. His curiosity today remains as strong as it was on that first day he stepped onto American soil.

Most of all, Ivan never forgot the astonishing music he heard as a child—the excitement, the prowess, the lust for life and the spectacular and often unheralded performances. Ivan’s deep knowledge of Latin musicians, instruments and artists is extraordinary. For me, just listening to Ivan talk about music is an education. Within seconds he can tell you who is playing; which one of the hundreds of Latin rhythms is being performed; and the contribution both have made to the history of the art form.

Ivan is also a gifted playwright, a director, a documentarian, a novelist, a film director, a concert promoter and producer, the writer of hundreds of songs, the author of one of my favorite movies (“El Super”) and a wonderful human being. Everything Ivan touches turns to art.

Ivan also is a lover of vinyl. As anyone who has treasured his or her collection of long-playing records, caring for the seal-black discs, listening intently to the music while lovingly studying the record jacket’s cover, reading and re-reading the liner notes on the back and organizing and re-organizing shelves of disks, it’s easy to understand Ivan’s passion for his 5,000 LP records. Many of his record jackets appear in these pages.

And if you love life and all the beautiful things that happen when people get together on a weekend afternoon to enjoy a meal, music and fond memories, you will treasure this book. What you will have in common with Ivan Acosta when you finish the book is a restored appreciation of life. You will again hear the sounds of children laughing; watch clouds turn into animals; and experience the joy that’s all around if you know where to look and listen.

This book began in Santiago de Cuba many years ago, and Ivan’s journey for the truth continues to this day. Savor his words and re-discover all that is beautiful about life.

—Marc Myers

Marc Myers is founder of Marc Myers LLC, a marketing and media consulting firm in New York, and editor of Jazz- Wax.com, a daily jazz blog. He is author of How to Make Luck: 7 Secrets Lucky People Use to Succeed.