El 26 de juno, Kimberly McCarthy fue la condenada a muerte número 500 en ser ejecutada por el estado de Texas desde 1976.
Ello, según escribe Thomas Cahill en CNN, coloca al segundo estado más poblado en la unión americana en lamentable compañía; “Texas y un puñado de otros estados continúan ocupando un puesto entre parangones como Corea del Norte, China, Yemen e Irán en el club de los que aplican la pena de muerte”.
Sadhbh Waslshe en The Guardian amplía sobre el punto, discutiendo el delicado tema de la discriminación racial.
“El proceso, muy serio y muy claro, del estado parece enviar a los acusados negros a la muerte mucho más fácilmente que a los blancos. Ello hace que la ejecución de una mujer afro-americana — después de rechazar una revisión de las acusaciones de que el juicio que condujo a su sentencia y condena fue sesgado racialmente — sea una manera muy apropiada para alcanzar el sombrío hito de 500 ejecuciones”, dice.
“Ahora bien, si la llamada ‘justicia final’ que se dispensó en este caso fue en realidad justicia eso es otra cosa”.
Artículo en inglés CNN
Artículo en inglés The Guardian