Paul Deschanel, presidente de Francia una vez se cayó del tren, ElMolinoonline.com“Sentado frente al mundo” es un blog del ecuatoriano Carlos Suasnavas publicado en ActualidadRT en Rusia.

Hemos encontrado esta interesante y realmente genial anécdota de un presidente francés relativamente oscuro, Paul Deschanel. Reproducimos.

“Soy el Presidente de la República y creo que me caí del tren”. Fue lo que escuchó André Rabeau esa calurosa noche del 23 de mayo de 1920 y pensó que era otro de los habituales borrachines que solía ver de madrugada en su turno como guardia ferroviario en el poblado de Mignerette, en Loiret, Francia. Lo que al guardia le llamó la atención de este hombre fue que estaba en pijama y que tenía algunas contusiones en la cara. Cumpliendo con su labor y en un acto de solidaridad llevó al pobre vagabundo a la casa más cercana a la estación para que le limpiaran las heridas e indagar si era alguien conocido en la zona.

Paul Deschanel fue elegido Presidente de la República Francesa el 18 de febrero de 1920 a la edad de 65 años. Era reconocido como un hombre de letras inteligente y culto, un destacado miembro de la Academia Francesa desde 1899. Sus discursos eran siempre memorables y su gran elocuencia era comentada por la prensa de la época, sin embargo parece que su carácter no fue capaz de soportar la carga y responsabilidad que pesaba sobre sus hombros, porque muy pronto aparecieron síntomas de fatiga mental y comportamiento irregular. El presidente francés empezó a ser víctima de continuos ataques de ansiedad e insomnio, lo que lo llevó a consumir una gran cantidad de medicamentos.

El 23 de mayo de 1920, Paul Deschanel y su comitiva tomaron un tren a eso de las 23:00 horas en la localidad de Montbrison (ciudad en la que acababa de develar un busto). Aquella noche de verano el calor era sofocante y el presidente Deschanel empezó a sentirse mal, por lo queabrió la ventana de su compartimento para tomar aire fresco y así sin más, cayó del tren en pijama. Afortunadamente el tren no iba a gran velocidad –se deduce que a no más de 50 Km/h- por lo que su cuerpo no fue víctima de lesiones salvo algunos raspones y moretones.

Lo increíble del suceso es que nadie de su comitiva se dio cuenta que ya no iba en el tren tan ilustre pasajero, sino hasta la mañana siguiente del 24 de mayo, en la parada oficial en Montargis, donde la gente que se agolpaba para darle la bienvenida esperó en vano que el presidente saliera de su camarote.

Pero volvamos a aquella noche en la estación ferroviaria de Mignerette. El guardia nocturno André Rabeau ayudaba a un vagabundo que hablaba incoherencias y decía ser “le président de La France“. Lo llevó hasta la casa más cercana,  la de la familia Dariot, donde se ofrecieron a prestarle ayuda. Mientras la señora le limpiaba las heridas, pudo fijarse en sus pies descalzos e hizo la siguiente observación: “Esos pies bien cuidados no son los de un vagabundo, este hombre es alguien importante”. Fue en ese momento que el marido dejó de leer su peródico y reconoció en el rostro de aquel hombre al Presidente de la Pepública. Está por demás decir que salió despavorido a buscar ayuda en el puesto policial más cercano.

Al enterarse los periódicos del tragicómico suceso hicieron su agosto. Se publicaron decenas de caricaturas poniendo al Presidente en ridículo y era común escuchar en la radio y en los pequeños cafés (en los que ya vagaba Hemingway) a músicos y poetas mofándose de la anécdota.

Finalmente y después de algunos embarazosos contratiempos (sonambulismo y fatiga extrema entre otros), Paul Deschanel demostró que aún le sobraba un poco de lucidez y dimitió como Presidente de la República el 21 de septiembre del mismo año, a los siete meses de haber asumido el cargo.

Se le atribuyeron también otros incidentes bochornosos como el de nadar con los patos en los estanques de los Parques Elíseos, o de firmar ciertos documentos con la rúbrica de Napoleón, pero al parecer estos últimos eran parte de la campaña de desprestigio orquestada por sus

adversarios políticos, ya que no existen suficientes pruebas al respecto.

Al día siguiente de presentar su renuncia, Paul Deschanel se retiró a un hogar de reposo y una vez “liberado” de la Presidencia de la República su condición empezó a mejorar rápidamente, tanto que se postuló en los siguientes comicios y fue elegido como senador por  Eure-et-Loir el 9 enero 1921. También presidió la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado. Esta segunda etapa política tampoco la pudo culminar porque murió víctima de una pleuritis el 28 abril 1922. De todas formas, esta nueva incursión política le sirvió para limpiar su dañada imagen porque la llevó de una forma mucho más consistente y decorosa que la primera.

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