Omar Torres presenta “El Virus” — En qué se ha convertido el tiempo? Es como si el “Time Warp” de Einstein se hiciera visible en las calles. ¿Qué hacíamos antes del virus con nuestro tiempo?

Y ahora, ¿cómo nos enfrentamos a él ¿Cómo navegamos los días de confinamiento, el que sí, es físico, pero también mental, casi espiritual? ¿Cómo se manifiesta el amor confinado? ¿Dónde quedaron los abrazos, las comidas compartidas? Todo se torna al aire libre, pero ni tanto. Estar afuera no es estar libre. Hay una gran tristeza en las calles vacías y los negocios cerrados.

Hace años, trabajando en Hong Kong y Shanghai, llamaba la atención y hasta un poco de molestia, ver a las mujeres usando máscaras en público. Ahora las usamos todos, aunque algunos prefieren transformarlas en artículos de moda a través de colores y diseños. Pero no, la típica máscara, la clásica, hecha en China como tantas otras cosas, con su aspecto clínico, es la que vale, la que no intenta esconder la realidad de que ya no les vemos los rostros a nadie.

En las viejas películas de “cowboys”, Roy Rogers o Gene Autry, eran sólo los malos quienes usaban máscaras. ¿Seremos ahora todos malos? ¿Escondemos nuestra verdadera expresión, la que antes disimulábamos con una falsa sonrisa o una mueca? Hoy nos ponemos una máscara y quedamos incompletos. No hace mucho, en países europeos, se les prohibía a las mujeres musulmanas cubrirse el rostro en público. No encajaba con el espíritu europeo.

¿Cuánto ha cambiado el virus nuestras personalidades, nuestros sueños y proyectos?

“Un día todo esto terminará y volveremos a lo de antes.” No lo creo. Este tiempo de confinamiento debiera ser causa para la reflexión.

Unos pierden negocios, familias pobres pasan hambre, mientras otros no resisten la tentación de ir a un bar a divertirse con miembros del sexo opuesto.

¿Aprenderemos algo de este Covid, que al inicio fue Corona?

Del otro lado de la plaga, ¿seremos los mismos de antes, aunque el mundo haya cambiado, nos quedará siempre un temor escondido como en la Florencia de 1300?

Nos informan que han incrementado los abusos físicos entre conyugues, la depresión, otras enfermedades mentales y la violencia.

Unos cuantos, “los vivos”, le sacarán provecho a la pandemia. Para otros, el virus trajo más miseria, la pérdida de trabajo y hambre. Hay más de 200,000 muertos hasta ahora y los políticos siguen con sus discursos vacíos. La miseria siempre ha tenido a alguien que se beneficie. Esta ha sido la historia del mundo ¿no?

La convergencia del virus con la política ha creado una pelea entre monstruos.

Una pelea digna de películas de Hollywood (hechas para exportar a China), pero esta pelea no hay que ir al cine para verla. De todas formas, los cines permanecen cerrados. Se teme que las próximas elecciones terminarán en violencia a causa del ego de los hombres. El país está armado y las milicias de derechas con rifles automáticos saldrán de sus cuevas para salvar a tiros sus creencias enfermizas.

La gran Democracia Americana, “The Shining City on the Hill”, no será más que polvo en el aire. Vanidad de vanidades. Todo es vanidad.