Revista The NationEl siguiente artículo, firmado por la Junta Editorial de la revista The Nation fue fublicado en inglés el 6 de febrero del 2013 bajo el título A Path for Immigrants”Traducido con autorización especial.¡Qué diferencia puede hacer una elección! Después de que los latinos mostraron su fuerza al apoyar a Obama en noviembre, los republicanos prominentes y sus portavoces finalmente llegaron a una conclusión que debería haber sido obvia hace mucho tiempo: si siguen golpeando a los inmigrantes y el futuro será oscuro. Por esta razón no sorprendió cuando un grupo bipartidista de senadores — incluyendo Marco Rubio de la Florida, favorito del Tea Party y potencial candidato presidencial por Partido Republicano para el 2016 — dio a conocer un “marco” para la reforma migratoria que incluía una vía a la ciudadanía. Un día más tarde, al hablar en una escuela secundaria en Las Vegas, el presidente Obama anunció con optimismo que “las diferencias son cada vez menores” y que “está emergiendo un amplio consenso” para arreglar nuestro sistema de inmigración. “Ahora es el momento”, prometió, entre consignas de “¡Sí se puede!”

Este momento tiene la tentadora perspectiva de traer alivio para los 11 millones de inmigrantes indocumentados en la nación, pero no sin un precio. Hay dos componentes principales de la reforma “integral” de la inmigración: un camino hacia la ciudadanía, y la aplicación cada vez estricta de las leyes de inmigración. El primero se necesita desesperadamente; el segundo es más de lo que no necesitamos. Bajo Obama, la aplicación del sistema de inmigración de nuestra nación ha crecido hasta alcanzar proporciones grotescas y gigantescas. Se han construido cientos de kilómetros de cercas y barreras, drones patrullan el espacio, los centros de detención están repletos, innumerables familias han sido destrozadas. Según el Migration Policy Institute, el gobierno de Obama gastó US$18 mil millones en la aplicación de la ley de inmigración el año pasado — más que en el resto de las agencias policiales federales combinados.

Una teoría para justificar esta crecimiento sin precedentes fue que crearía el espacio político para un camino hacia la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados. Aproximadamente 1.5 millones de deportaciones después, sabemos que esta teoría es falsa. Inyectar dinero en el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas y reforzando programas como Comunidades Seguras no nos acercó a un plan de legalización humano; únicamente resultó en una agencia inflada que gasta demasiado de su tiempo persiguiendo a personas cuyo único delito es cosechar nuestros alimentos cuidar a nuestros envejecientes padres. En su lugar, el nuevo espacio ha sido creado por un electorado latino comprometido y el activismo militante de muchos –incluyendo los Soñadores — que rechazan al Partido Republicano por atacar a los inmigrantes y tienen la  intención de velar por que Obama cumpla su promesa para de una vez por todas sacar de entre las sombras a los inmigrantes indocumentados.

Hay indicios de que las estrellas se están alineando a favor de la reforma, pero no debemos adelantarnos a los hechos. La verdadera batalla comienza ahora. En el núcleo de cualquier proyecto de ley debe encontrarse una ruta accesible y relativamente rápida hacia la ciudadanía para nuestros vecinos indocumentados. En esto no hay lugar para el compromiso. El marco del senado propone una barrera, impidiendo cualquier proceso de legalización hasta que una comisión de políticos y líderes del sudoeste den fe de que la frontera es “verdaderamente segur”. El anhelado por tanto tiempo alivio no caer rehén a ideólogos anti-inmigrantes como la gobernadora de Arizona, Jan Brewer. El presidente Obama parece consciente de este peligro, y acertadamente dejó este requisito fuera de sus directrices para la reforma.

Para ser verdaderamente completa, una ley de reforma migratoria debe también extender el pleno derecho de las familias LGBT y romper el estancamiento de los 4.3 millones de personas esperando reunirse con sus familias. Mucho se ha hablado de que los inmigrantes indocumentados vayan al “final de la cola”, pero estas líneas pueden durar décadas. Cualquier propuesta que continúe la intolerancia de excluir a las personas LGBT de reunificaciones familiares o las obligue a esperar décadas se burla de cualquier noción de justicia.

También está el espinoso tema de los trabajadores invitados, que el senador demócrata Dick Durbin de Illinois admitió que “nos quebró” en peleas anteriores. Los sindicatos han opuesto tradicionalmente estos programas, señalando que en su configuración actual, dejan a los trabajadores a merced de los empleadores y diluyen las normas. Teniendo en cuenta esta preocupación, el marco en el Senado por lo menos reconoce la necesidad de fuertes protecciones laborales dentro de cualquier programa futuro. “Los trabajadores invitados deben tener el derecho a organizarse”, dijo Saket Soni de la National Guestworker Alliance.”El camino a la ciudadanía no debe venir a cambio de un programa de trabajadores temporales que se puede explotar”. Ninguna propuesta de reforma bajo discusión en Washington, sin embargo, aborda las causas profundas de la migración — incluyendo la pobreza que las políticas comerciales de EUA han ayudado a crear a solo el cruzar de nuestra frontera, que lo que ha impulsado a los trabajadores a cruzarla.

Algunos observadores están escépticos y cautelosos, señalando hacia una trayectoria de fracaso y la tendencia, durante los debates previos sobre la reforma migratoria integral, de que la legislación se incline a la derecha a medida que avanzan las deliberaciones. Estos son puntos razonables, pero hay una posibilidad de que las cosas puedan ser diferentes esta vez: la base republicana todavía tiene influencia sobre el partido, especialmente en la Cámara, pero los estrategas republicanos son dolorosamente conscientes de que deben atraer a los latinos, lo que significa que tienen mucho camino por recorrer y poco tiempo para hacerlo.

Aunque los demócratas están negociando desde una posición de fuerza, la experiencia ha demostrado que esto no significa que la vayan a a usar. Algunos detalles pequeños insertados a puerta cerrada pueden convertir rápidamente una propuesta de inmigración buena en una mala. Y, de hecho, cualquier legislación que pasa casi inevitablemente incluye algunos elementos punitivos diseñados para atraer los votos republicanos. La gran pregunta ahora es cuál será el equilibrio: ¿Se ofrecerá a los 11 millones un camino a la ciudadanía que no está lleno de vidrios rotos? Eso es lo que los defensores de los inmigrantes en Washington están pidiendo. Y seamos honestos: la respuesta que surge del turbulento proceso legislativo no está totalmente — ni incluso sustancialmente — dentro de nuestro control. Sin embargo, todos nosotros en la comunidad progresista — desde los líderes sindicales y religiosos a las organizaciones de base y los Soñadores que lo arriesgan todo — debemos hacer lo que podamos para asegurar que el camino que se establezca es uno en que los inmigrantes pueden caminar con una medida de confort y, finalmente, un sentido de esperanza.

Artículo en inglés