Logo The NationPublicado en inglés el 23 de enero del 2013 en la revista The Nation bajo el título “Old, Female and Homeless”. Traducido con autorización especial. Por Rose Aguilar.

Este relato fue producido con la ayuda del Economic Hardship Reporting Project.

Las puertas del Mission Neighborhood Health Center en San Francisco no abren sino hasta las 7 am, pero el sábado por la mañana en que estuve allí, desde las 5:30 ya hacía cola una docena de personas. El grupo incluía a un hombre blanco de mediana edad que había perdido su trabajo administrando un restaurante de lujo y un hombre negro que vestía una nítida chaqueta de guardia de seguridad porque tenía que estar en su trabajo a mediodía. Cada uno estaba allí esperando una cama para pasar la noche. La ciudad asigna por computador la mayoría de los cupos en sus refugios al primer llegado. La gente se había presentado aquí tan temprano porque saben por experiencia que pasadas las 7:10 am ya habrá sido asignada cada cama.

Una mujer de 56 años de edad, llamada Marcia, quien ha estado sin techo durante seis años, fue uno de los desafortunados. Ella llegó cuando todavía estaba oscuro, pero no lo suficientemente temprano para obtener una cama. Debido a que era el fin de semana, su mala suerte también significó dos días matando tiempo. “Los sábados y domingos son un infierno para los que no estamos sin techo, porque la mayoría de centros de atención están cerrados”, me dijo. “Odio especialmente los domingos. Es entonces cuando me paseo en BART”. Para Marcia, montar en el sistema de trenes del Área de la Bahía es una forma relativamente barata de conseguir algún descanso durante el día. A menudo se queda dormida en el tren, y no es raro que despierte y se encuentre a una hora de distancia de San Francisco.

Cuando Marcia no consigue cama, le quedan pocas opciones, ninguna de ellas buena. Puede viajar en el autobús de la ciudad, con la esperanza de encontrar un conductor amable que no la tire a la calle. Eso es lo que solía hacer una mujer de 55 años de edad, llamada Dorothy, hasta que ella consideró la estrategia demasiado arriesgada. “Si usted no encuentra un conductor amable, tiene que apearse cada hora más o menos y esperar a otro autobús”, dijo Dorothy. “Si tiene que esperar un autobús a las tres de la mañana, tendrá que esperar mucho tiempo. Cualquier cosa puede suceder “.

Y luego están las sillas de plástico en Oshun Drop-In Center, un servicio público administrado por el Departamento de San Francisco de Salud Pública. Marcia normalmente escogía las sillas de plástico en Oshun. No era lo ideal, pero al menos se sentía segura allí y podía tratar de dormir un poco. “Uno no puede acostarse en el piso”, dijo. “Una trata, pero no está permitido”. Después de pasar una noche contorcionándose en una incómoda silla, terminaba con la espalda matándola. “Pero trato de no pensar en ello”, dijo. “Después de un tiempo, uno se acostumbra”.

Solía ​​ser que las mujeres sin hogar mayores de 50 años eran afortunadamente escasas. Marie O’Connor comenzó a ayudar a los ancianos a encontrar vivienda en el distrito Mission de San Francisco en 1992. “Ver a los ancianos sin techno en aquel entonces fue impactante”, dijo O’Connor, una coordinadora voluntaria de la St. Anthony Foundation, una organización sin fines de lucro que proporciona a las personas sin hogar vivienda, alimentos y atención médica. “Hoy en día, es la norma”.

¿Qué tan extenso es el problema? Cada trabajador con las personas sin techo y monitor de refugio con quien hablé me dijo que la población de mayor edad sin hogar en San Francisco está explotando. El problema va a empeorar a medida que el precio de la vivienda alcance nuevas alturas. San Francisco es la ciudad más cara del país para los arrendatarios, según un informe de marzo de 2012 de la National Low Income Housing Coalition (Coalición Nacional de Viviendas de Bajos Ingresos). Pequeños apartamentos estudio están alcanzando hasta US$2,000 al mes, lo que exige un salario mínimo de US$70,000 al año.

Y no se trata únicamente de San Francisco. El costo de vida en la mayoría de las áreas metropolitanas más importantes está en aumento, mientras que los salarios han bajado. En estados como California, los recortes presupuestarios en curso a servicios como el Ingreso Suplementario de Seguridad, Servicios de Apoyo en el Hogar y los centros de salud diurnos para adultos hacen más difícil para las personas mayores pagar por su vivienda. De acuerdo con las cifras más recientes de Hearth, una organización que trabaja para poner fin a la falta de vivienda entre los ancianos, el país contaba con 40,750 personas mayores de 62 años sin hogar en el 2012. A medida que envejece la población del país, se espera que ese número aumente a más del doble en el 2050.

Rose Aguilar (roseaguilar.org) es la presentadora de Your Call (yourcallradio.org) de KALW en San Francisco, contribuidora para Al Jazeera English y autora de Red Highways: A Liberal’s Journey Into the Heartland. Ha escrito para AlterNet yTruthout.

Artículo en inglés