Según el New York Post, la familia de la gata Willow todavía le tiene un juguete, aunque mucho ha cambiado en los cinco años desde que se escapó.
Los niños están más grandes y hay uno más — incluso así la recuerdan.
Igual viven en una nueva casa, a unas diez millas de distancia, pero siempre en Colorado.
Allí la esperan.
Willow está en un refugio de animales en Manhattan donde la llevó un buen samaritano neoyorkino que la recogió en la calle East 20th.
Allí leyeron el microchip que le habían implantado sus dueños, tal como hacen con todas sus mascotas.
Lo más probable es que jamás se sepa cómo llegó Willow a Manhattan desde las montañas rocosas — 3,000 kilómetros — ni cómo ha pasado estos últimos cinco años.
Por su forma de ser no creen que haya vivido por las calles. Pero Willow mantendrá su secreto.
Según sus dueños, después de haberse escapado Willow, ellos habían puesto letreros en el vecindario y por internet.
Pero creyeron que se la había comido un coyote: hay muchos por esa región.
Agrega el Post que se está preparando la documentación para el regreso de la gata pródiga a su familia.
La pregunta ahora es si no será muy “neoyorkina” ahora.
Foto cortesía David Berkowitz via flickr
