Con la muerte el 22 de septiembre 2013 de Alvaro Mutis, perdieron las letras latinoamericanas uno de los grandes. Queens Latino publica esta entrevista con el autor colombiano que en 1992 condujo Javier Castaño, hoy día director de la publicación.
Amigo de Gabriel García Márquez y ganador de prestigiosos premios literarios como el Príncipe de Asturias y el Miguel de Cervantes, el escritor colombiano murió en Ciudad de México de problemas cardiáco-respiratorios. Nació en Bogotá en 1923 y falleció el pasado 22 de septiembre.
Javier Castaño, director de QueensLatino, lo entrevistó en Nueva York en 1992 y esta este es el texto:
El escritor Alvaro Mutis pasó como un relámpago por la ciudad de Nueva York y habló con pasión de su obra poética y de sus novelas. La cita fue en un acogedor rincón del hotel Algonquin, en el centro de Manhattan, en donde se realizaban las mesas redondas de los famosos escritores de la revista New Yorker.
Mutis fue puntual. Lucía un traje deportivo y sus enormes cejas negras contrastaban con su blanca bellera que dejaba adivinar sus 69 años de edad.
“Voy hacia Roma a recibir el Premio Ila 1992 que otorga el Instituto Italiano Latinoamericano cada dos años a una novela publicada en Italia y me lo gané por el libro La nieve del almirante”, dijo Mutis al comienzo de la charla. Este premio fue obtenido hace dos años por Carlos Fuentes y el primero en conquistarlo fue Lezama Lima. También se rumorea que Mutis puede ser nominado a obtener el Premio Nobel de Literatura.
Mutis nació en Colombia, pasó su primera infancia en Bélgica y vive en México hace 35 años. Ha escrito con prolijidad y no le gusta hacer distinciones entre su poesía y su narrativa, “porque la palabra y el sentir son un solo acto”. La obra literaria de Mutis es conocida en Europa. En Estados Unidos se espera que genere una avalancha de comentarios cuando se terminen de traducir sus seis novelas.
“El primer tomo que traerá tres de mis novelas será publicado en septiembre por Harper & Row”, dijo Mutis mientras se acomodaba la pañoleta que acostumbra llevar en el cuello cuando hace frío.
La obra literaria de Mutis nace de la decadencia, el desastre, el deterioro, la negación y la desesperanza con el fin de crear un universo poético de alto contenido estético, matizado de belleza y transformación. Además es un purista del idioma.
El personaje central de su obra es Maqroll el Gaviero, quien enlaza su producción literaria y otorga coherencia a su lenguaje.
Mutis publicó su primer poema a la edad de 17 años en el diario La Razón de Bogotá, y cree que la literatura latinoamericana está atravesando por un punto muerto. “Pero no me preocupa porque no tiene importancia. La literatura no es una carrera ascendente y caudalosa. Hay recesión, aunque a lo mejor, en algún pueblito de nuestros países, se está escribiendo la gran novela”, dijo Mutis.
Con respecto al llamado ‘boom’, Mutis es más enérgico: “Creo que nunca ha existido y refleja el espíritu ilusorio y fantástico de los latinoamericanos. Nosotros resolvimos que había un ‘boom’ simplemente porque en Europa se comenzaron a leer autores latinos como Onetti, Borges, Vargas Llosa o Cortazar, junto a otros escritores japoneses o árabes. El único ‘boom’ fue el de Gabriel García Márquez, cuya obra sí se ha cubierto con intensidad y reflexión a nivel mundial”.
Durante la entrevista, Mutis se acercaba a la grabadora para ponerle más énfasis a algunos de sus conceptos e inclusive para pronunciar el correcto deletreo de los títulos de sus obras. La luz del flash del fotógrafo golpeaba su rostro.

Mutis afirma que la poesía, al contrario de lo que piensan algunos ingenuos, nace de la angustia, la tristeza y la lucha por la vida. “Antes los escritores latinoamericanos acudían a Paris o Lóndres a buscar sus sueños, y ahora le corresponde a Nueva York. Pero en realidad, para escribir nadie tiene que buscar temas o motivos fuera del pequeño círculo de su familia o su país.Aestos aventureros les doy como consejo dos versos de Pablo Neruda que siempre he citado hasta la náusea: ‘Dios me libre de inventar cosas cuando estoy cantando’ y ‘mis criaturas nacen de un largo rechazo’. El escritor tiene que ser honesto, escribir todos los días, no pensar en el éxito y desconfiar mucho de la página que nos gusta mucho”, dijo Mutis.
Este escritor ha dividido su vida en dos actividades. Fue jefe de relaciones públicas de una aerolínea y de una empresa petrolera, trabajó 13 años para la Twentieth Century Fox como gerente de ventas para Latinoamérica, y 10 años en lamismaposición para Columbia Pictures. Así hapodidodarse lujos y ahora afirma que nunca ha puesto su vocación literaria al servicio de estas empresas. Goza de una pensión, escribe todos los días de ocho de la mañana hasta el medio día y en las noches corrige el material, ya sea una o diez hojas. Anteriormente, como no tenía tiempo, escribía en hoteles, aviones o en cualquier esquina.
Si antes no tenía mucho tiempo, ahora escribe una novela por año. A comienzos de 1992 lanzó en Colombia y Venezuela la novela Abdul Bashur, soñador de navíos. Y acaba de terminar otra, cuyo título temporal es Trípticode mar y tierra.
A Mutis no le gusta hacer planes ni hablar de su patria en el exterior y no conoce la obra de los escritores latinos en Estados Unidos. “Hace poco García Márquez me dio una copia del libro Latin Moon in Manhattan, del escritor colombiano Jaime Manrique, y me pareció una obra interesante y muy bien lograda, la cual se refiere a los colombianos que viven en Queens”.
La conversación terminó en la calle mientras el fotógrafo seguía disparando su cámara.Antes de regresar a suhabitación en donde lo esperaba su esposa, hija de refugiados españoles, Mutis emitió algunos conceptos.
Escritor: “Es una especie de condenado, esclavo de su vocación. Vive en el infierno de la escritura y sino esasí, no es un escritor”.
Crítica: “Tiene que ser imaginativa, con poder creativo y visionaria, y tan fuerte como la obra a que se refiere”.
Disciplina: “Si el escritor quiere decir algo, entonces debe de leer y escribir todos los días porque es su elemento indispensable. Sobre todo, no olvidar los clásicos que dan el idioma y la universalidad”.
Frustración: “Existe en todo escritor y es el abismo entre lo que queremos decir e imaginarnos y las limitaciones que nos imponen las palabras”.
Amor: “Es creer que alguien nos puede acompañar al menos un trecho de la vida. Dice Whitman que aquel que camina una sola legua sin amor, camina derecho hacia su propio funeral”.
¿Descubrimiento, conquista o encuentro?: “Ninguna de las tres cosas. Desde que somos repúblicas independientes vivimos en un mar de retórica y seguimos hundidos en las palabras, las cuales no nos dejan ver lo que sucedió entre España y América, si es que eso tiene algún sentido. ¡Cuántas invasiones ha habido en el mundo! Pensemos que las legiones romanas arrasaron lo que es hoy Inglaterra. Y no veo que los ingleses lloren esa situación. Llorar por cosas que pasaron no tiene sentido y es mejor tratar de ser auténticos, sin padrinos y madrinas y dirigir la mirada hacia otra parte. Mirar hacia nosotros mismos y pensar que nuestra independencia es muy joven, sin tratar de vivir como naciones con cuatro o cinco mil años de vida”.
Mutis ha recibido varios reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía en Colombia (1983), la Orden del Aguila Azteca de México (1988) y el premio internacional Nonino de Italia (1991). Entre sus libros se destacan el Diario de Lecumberri (1960), La mansión deAraucaima (1978), La verdadera historia del flautista de Hammelin (1982), Poesía y prosa (1982), La nieve del almirante (1986), Ilona llega con la lluvia (1987), La última escala del Tramp Steamer (1989), Un Bel Morir (1989), Amirbar (1990), Abdul Bashur, soñador de navíos (1992) y Trópico de mar y tierra (1992).
La colombiana Consuelo Hernández, quien vive Nueva York, tiene planeado sacar, a finales de este año, el libro Alvaro Mutis: una estética del deterioro.
Mutis regresó a su cuarto de hotel y con seguridad que le robará algunas horas a su permanencia en Nueva York para ordenar las ideas que encajarán en su próximo libro.
El Diario/La Prensa, 19 de mayo de 1992, Nueva York