Doctor en Física, luego periodista, novelista, pintor, defensor de los derechos humanos, atrevido pensador de rigurosos principios, el argentino Ernesto Sábato cerró hoy por última vez y para siempre unos ojos que escasamente lograban ver.
Nos deja un legado de compromiso social, ético, además de una obra literaria que pocos lograrán igualar.
El autor de “Sobre héroes y tumbas”, “Abadón el exterminador” y “El túnel” no comenzó como hombre de letras. Fue un físico con una brillante carrera en el instituto Curie en París.
Pero en 1945 abandonó las probetas del laboratorio para probar en el laboratorio de la vida que algunos hombres y mujeres llevan la integridad en el meollo de su humanidad.
“Las modas son legítimas en las cosas menores, como el vestido. En el pensamiento y en el arte son abominables”, dijo una ve
“Sucede que, ante determinados acontecimientos, todo intelectual auténtico debe postergar su obra personal en favor de la obra común, poniendo su voz al servicio de los hombres, para ayudarlos a construir una nueva fe, una débil pero genuina esperanza. Entonces, en el vertiginoso suceder de los acontecimientos, la palabra que surge en respuesta logra evadir su destino fugaz y perecedero”, dijo en Madrid en la entrega de los Premios Ortega y Gasset de Periodismo.
| Puso su prestigio en la línea al encabezar en 1984 la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP), cuyo informe documentó los crímenes de la última dictadura militar argentina (1976-1983), y sirvio de base para el juicio a los responsables. Ernesto Sábato experimentó en sus últimos años con la pintura, llegando a exponer en el Centro Pompidou de París en 1989. |
Publicó en 1999 “Antes del fin” donde se describe como “un niño solo y asustado”, que “desde la ventana contemplaba el mundo de trompos y escondidas que me había sido vedado”.
Hasta siempre maestro: ¡su ejemplo fue nuestro norte!
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