Cuando el cardenal Jorge Mario Bergoglio llegó de Argentina para el cónclave papal en el Vaticano, se le consideraba un candidato con mínimas posibilidades para el papado hasta el punto que ya tenía su boleto de regreso, con la esperanza de regresar a tiempo para la Semana Santa, escriben Stacy Meichtry y Alessandra Galloni en el Wall Street Journal.
Mientras que los cardenales considerados papables salían a suntuosos banquetes, Jorge Mario Bergoglio, con sus zapatos ortopédicos y el cansancio del viaje, pasó los días caminando, hospedado en el hotel Domus, dice el Journal.
Según el Journal, las partidarios del cardenal argentino — una coalición de prelados de América Latina, Africa y Europa lo apoyaban por ser forastero. Nunca había trabajado en la curia romana y había criticado el desconecte entre Roma y las diócesis más remotas..
Al comenzar el cónclave, sin embargo, dice, tras un brevísimo discurso de solo cuatro minutos discurso ante la Congregación General sobre el futuro a largo plazo de la iglesia, sus recientes fracasos, y su necesidad de volver a centrarse en sus miembros y salir de las murallas del Vaticano, impulsó antes los escépticos su candidatura, impulsada por su promesa de dar a su iglesia una nueva narrativa.
De repente, el cardenal Bergoglio llegó a ser favorito.
El resto de la historia es conocido.