Entre 238,000 y 241,000 muertos, la abrumadora mayoría afganos y paquistanos. 

Un dejá vu, es lo que el mundo está presenciando en Afganistán. Muy parecida lo que sucedió en en Vietnan en 1975: Se van las tropas de EUA y el régimen que dejan se desmorona en cuestión de semanas. 

Las noticias hablan de la fuga nocturna del presidente Ashraf Ghani , de tropas de los Talibanes que se toman el palacio presidencial. Las principales ciudades han cambiado de manos. Es cuestión de horas, todo parece indicar. 

Así culmina la guerra más larga en la historia de EUA, nación que ha usado por más de un siglo y medio sus ejércitos como parte de su política global. 

El costo de la guerra en Afganistán es un escándalo militar, económico, y moral. 

Gráfica cortesía Watson Institute International and Public Affairs Brown University

El Watson Institute for International and Public Affairs de Brown University señala que “Desde que invadió Afganistán en 2001, Estados Unidos ha gastado US$2.26 billones (2,260,000,000,000,000) en la guerra, que incluye operaciones tanto en Afganistán como en Pakistán. Tenga en cuenta que este total no incluye los fondos que el gobierno de EUA está obligado a gastar en el cuidado de por vida de los veteranos estadounidenses de esta guerra, ni incluye los pagos de intereses futuros sobre el dinero prestado para financiar la guerra.

Entre 238,000 y 241,000 muertos. La abrumadora mayoría afganos y paquistanos. 

Tampoco incluyen estos costos la destrucción de la fibra socia. Tanto en Afganistán como en EUA. 

Han sido 20 años de una guerra no declarada por el Congreso. Porque no fue declarada no se convocó a una movilización general y el ejército regular no siempre participó en los combates. Para ellos se usaron contratistas de empresas de seguridad “Contractors”, que son en realidad mercenarios. Y la Guardia Nacional.

Cada estado envió efectivos de la Guardia Nacional, en muchos casos varias veces. Cientos de miles de estos ciudadanos dejaron sus familias y se fueron durante meses a la vez, regresando en varias ocasiones.

Hoy día miles de estos veteranos llevan a cuestas las secuelas, físicas y mentales de la carnicería que presenciaron.

Muchos de ellos han regresado a familias que no reconocen, empleos que han cambiado, comunidades que han evolucionado. Su experiencia se traduce en resentimientos. Sus pocas oportunidades de empleos son en las prisiones, las compañías de seguridad, los departamentos de policía.

Un amplio porcentaje de ellos hoy día forman la base social del movimiento trumpista en EUA, las milicias de la derecha racista supremacista blanca.

Otro efecto de la guerra en Afganistán ha sido la militarización de la policía civil, que usando el material bélico proporcionado por el ejército, en muchos casos se ha convertido en una fuerza de oposición.

“En los consejos de gobierno, debemos protegernos contra la adquisición de influencia injustificada, ya sea buscada o no, por parte del complejo militar-industrial. El potencial para el desastroso aumento del poder fuera de lugar existe y persistirá”.

Dwight Eisenhower

Eso no lo dijo ningún socialista. Lo dijo Dwight Eisenhower el 17 de enero de 1961, al entregar la presidencia a John F. Kennedy. Republicano, conservador, Eisenhower había visto los horrores de las guerras mundiales.

En Afganistán, los de siempre se enriquecieron como siempre, con el dinero de los contribuyentes, y la carne de cañón de los pobres.