Leer los detalles de cómo Nancy Hansen de Tennessee devolvió a su hijo adoptivo de siete años, Justin, a Rusia le pone los pelos de punta a cualquier persona. Por lo sencillo que fue. Por la frialdad. Porque es totalmente carente de humanidad. Igual que se devuelve un par de zapatos.

Neatorama lo pone en tan pocas palabras como el esfuerzo que requirio. “Cuando el abogado que encontró en internet dijo que la adopción podría anularse, Hansen hizo las reservas y pagó una cuota para que un auxiliar de vuelo acompañara a Justin en el aeropuerto…

“Contrató un conductor en Moscú que encontró en internet para que recogiera al niño en el aeropuerto. Dice que encontró que tenía ‘referencias de seguridad’.

“Luego preparó una carta para que Justin le presentara a funcionarios rusos, con una foto del conductor, que llamó ‘Arturo’.

“Dice que Justin nunca había estado tan contento como cuando se montó en el avión para Moscú.

Los funcionarios del bienestar de los niños no estuvieron contentos cuando el niño llega sin que lo esperen. Dice Nancy Hansen que cuando la llamaron se formó ‘una gritería'”.

Artículo en inglés