Un bufón llamado Donald TrumpEl nuevo rostro del fascismo en EUA no viste camisa parda, ni se esconde encapuchado debajo de una sábana: Usa una peluca, o como se llame aquello, lleva un costoso traje de businessman y una bandera en su solapa.

Se llama Donald Trump y persigue la nominación presidencial del partido republicano con un discurso de odio, divisionismo y xenofobia, que ha resonado en un segmento de la población.

Y con ello ha logrado encabezar el pelotón de precandidatos republicanos que, cada cual con sus propias palabras, hoy intentan ser más Trumpistas que Trump.

Anoche, habló antes unas 15,000 personas en Dallas, Texas, evento que fue trasmitido por los principales canales de TV por cable.

“Ustedes están sufriendo”, dijo en referencia a los inmigrantes sin documentos.

“Soy de New York, pero ellos también están en New York. Están por todas partes”, dijo como si se tratara de una plaga bíblica.

“Es asqueroso lo que está sucediendo a nuestro país”.

“Esto es un movimiento. Está sucediendo. Es el momento en que realmente va a comenzar, se lo digo”, afirmó descartando a los críticos que dicen que su campaña no es seria.

Clave en el discurso de Trump es su promesa de devolver la “grandeza” a EUA. Esta “grandeza”, sostiene, se ha perdido por causa de la inmigración ilegal al país y por gobernantes incapaces de decir las cosas como son y actuar al respecto.

Parte de su discurso es la presunta criminalidad de los indocumentados, lo cual basa en un puñado de casos en una nación de 330 millones de los cuales unos 11 millones carecen de documentación migratoria.

De hecho, cifras del FBI indican todo lo contrario.

Además, basta con leer los titulares sobre los crímenes más brutales que han tenido lugar en EUA, y surgen nombres como Timothy McVeigh, autor del atentado en Oklahoma City, donde murieron 168; Adam Lanza, que mató a 20 niños y siete adultos en una escuela en Sandy Hook;  Dylann Storm Roof, asesino de nueve en una iglesia de Charlotte, Carolina del Sur; o el que baleó a la congresista Gabrielle Giffords; o James Holmes, que mató a 12 en un cine de Colorado; Dylan Klebold y Eric Harris que mataron a 13 en la escuela de Columbine.

En cuanto a criminalidad, algunos sostiene que el principal peligro que enfrenta EUA no es crimen por indocumentados sino resultado de la facilidad con que se compran las armas de fuego. (Espeluznante dato: más de 115,000 homicidios desde los ataque terroristas de septiembre 2011).

Sin embargo, Trump se opone a cualquier tipo de control a la venta de armas de fuego.

En vez, usando la técnica de la gran mentira (mientras más grande sea mayor credibilidad tendrá), culpa al sector más humilde de la sociedad.

No es de extrañar que Donald Trump use esa técnica — después de todo durante su juventud fue una especie de protegido de Roy Cohn un abogado colaborador de Joe McCarthy durante los años 50.

Escribe Olivia Nuzzi en The Daily Beast

McCarthy y Cohn, que era homosexual y que luego moriría de SIDA, afirmaron que los comunistas extranjeros habían chantajeado el homosexualismo escondido de empleados del gobierno estadounidense para que les diera secretos.

Las tácticas de Cohn llegaron a considerarse tan inmorales y deshonestas que la revista Esquire lo llamó “un verdugo legal”.

Cohn ayudó a McCarthy a librar cacerías de brujas similares en el Departamento de Estado, la Voz de América, y el Ejército.

A través de los años, el fascismo ha tenido diversas encarnaciones en la política de EUA.

Durante los años 30, el cura conocido como Father Coughlin, supo manejar el radio llegando a tener una audiencia de 40 millones de oyentes en sus programas semanales. Se le llamó el “radio del odio”.

Otro nombre en el panteón del fascismo en EUA es Huey Long, político de Louisiana que ocupó el cargo de gobernador del estado y luego senador en la capital, antes de morir asesinado en septiembre de 1935.

George Wallace, gobernador de Alabama personalmente cerró las puertas de la universidad del estado a estudiantes negros. Bajo su gobierno, las autoridades locales y estatales (en contubernio con el Ku Klux Klan) usaron perros, macanas, mangueras contra los manifestantes que pedían derechos civiles para la población negra. Magnífico orador, Wallace tenía amplio apoyo entre la población blanca del sur del país.

Con el paso de los años, el fascismo en EUA se fue quitando la sábana y el lenguaje folclórico, optando por títulos universitarios y mayor refinamiento.

Hoy día Donald Trump se ha ganado el apoyo de la extrema derecha y recibiendo grandes elogios de conocidos derechistas como Pat Buchanan, Ann Coulter, Sara Palin, y el portal Drudge Report.

Inicialmente a Donal Trump se le consideró muy extremista para el “establishment” del partido, pero pasado el verano y, a raíz de los resultados en los debates televisados que han tenido lugar entre los pre candidatos, el discurso del despelcuado neoyorkino se ha convertido en el punto de referencia de la derecha estadounidense.

Y este punto de vista es racista, xenófobo, anti mujer, agresivo que potencia los temores, inseguridades y resentimientos de un electorado de bajos recursos económicos e intelectuales.

Donald Trump: un fascista estadounidense que sabe manejar el incontrolable apetito de los medios porr nuevas audiencias.