Cerramos el 2017 celebrando la contribución de la mujer a la política estadounidense durante un año que vio a centenas de miles de mujeres movilizarse en defensa de sus derechos reproductivos, repudiando el racismo y el supremacismo blanco, ocupando oficinas de políticos para exigir la legalización de los jóvenes inmigrantes llamados “soñadores, poniéndole un freno a la cultura de agresión sexual aceptada casi abiertamente.
Además de impedir que un abusador de menores llegara al senado de la república.
Todas estas movilizaciones, que se han distinguido por su tamaño masivo, enmarcaron la resistencia a la agenda extremista que impulsa la Casa Blanca. Y mujeres de todas las edades y razas, con diversos niveles de educación y estatus económico, han estado al frente. Como líderesas. Organizadoras. Y activistas de base.
Comenzaron las mujeres de EUA a mostrar su poder el 21 de enero, al día siguiente de que ocupara Donald Trump la Casa Blanca, cuando centenas de miles con sombreros color rosa, tejidos a mano con orejitas de gato y conocidos como “pussy hats” (en referencia al lenguaje insultante con el que Donald Trump se había vanagloriado de agarrar a algunas mujeres), se volcaron a las calles del país, comprometiéndose a defenderse contra los ataques que prometía la nueva administración, presidida por un hombre acusado de abuso sexual múltiples veces.
Desde los primeros días de su mandato, el presidente Trump, y su vice presidente Mike Pence, han comenzado a implementar una agenda que restringe las protecciones legales a los derechos reproductivos de las mujeres — a la vez que promueven un lenguaje agresivo, machista.
Mujeres estadounidenses también han sido la vanguardia del repudio a los grupos supremacistas blancos que, con el visto bueno aparente de la Casa Blanca, se han movilizado en contra de las minorías étnicas e inmigrantes en diversas ciudades del país. De hecho, Heather Heyer, de 32 años, fue asesinada en agosto en Charlottesville, Virginia, cuando un neo nazi la atropelló con su automóvil.
Mujeres también participaron activamente en las ocupaciones pacíficas en las oficinas de senadores y congresistas en defensa Obamacare, o la ley de salud asequible, que la administración Trump ha intentado eliminar — una medida que dejaría sin acceso a la salud a millones de familias trabajadoras del país.
La presencia femenina se hizo evidente en las primeras filas de las movilizaciones pro DACA, medida implementada por la administración Obama que beneficia a jóvenes inmigrantes que aunque hayan vivido casi la totalidad de sus vidas en EUA, no tienen documentos migratorios. Son alrededor de 800,000 que durante la administración Obama obtuvieron permisos de trabajo, estudio y para viajar, y la administración Trump se los ha retirado.
Para fines de año, mujeres estadounidenses denunciaron casos de abusos sexuales que durante década han sufrido a manos de los poderosos — en muchos casos violaciones repetidas, en otros aberraciones y perversiones en contra de la voluntad de ellas. En cuestión de semanas, estas denuncias han resultado en los despidos de poderosos hombres en el mundo del entretenimiento, el periodismo, la política, y EUA corporativa, entre otros.
Igualmente, estas denuncias han recordado al electorado de EUA y el resto del mundo, que el propio presidente ha sido acusado de agresión sexual. Por más que algunos apólogos del presidente digan que el electorado ya se pronunció al respecto eligiéndolo, es claro que este asunto no ha terminado.
Finalmente, fueron mujeres afroamericanas que como bloque político se movilizaron en el estado de Alabama, y el 11 de noviembre pasado pararon la elección al senado de la república de un hombre acusado de pedofilia, que también había hablado a favor del esclavismos, en contra de los derechos LBGT.
Madre. Hija. Hermana. Esposa. Amiga. Colega. La mujer estadounidense mostró en 2017 nuevamente que al defender sus derechos, defiende los de todos.
Otro año que pasó en EUA.
Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
Pennsylvania, EUA, 12/24/2017
