Dónde, cómo, cuándo, y a quién. Esas fueron las palabras que ocuparon las mentes de estadounidenses tan pronto se supo que varias vacunas contra el Covid habían superado los ensayos y estaban listas a distribuirse masivamente. El público no pensó que fuera tal el nivel de incapacidad del gobierno, la falta total de liderazgo, que solo una fracción de las distribuidas se pudieran usar. 

Según informa el New York Times, 14 millones de vacunas de Pfizer y de Moderna han llegado a diversos sitios por todo EUA. Alrededor de 3 millones la han recibido. 

“En Florida, se ha utilizado menos de una cuarta parte de las vacunas contra el coronavirus entregadas, incluso cuando personas mayores se sentaron en sillas de jardín esperando sus vacunas toda la noche.

“En Puerto Rico, los envíos de vacunas de la semana pasada no llegaron hasta que los trabajadores que las habrían administrado se fueron para las vacaciones de Navidad. En California, a los médicos les preocupa si habrá suficientes miembros del personal del hospital para administrar las vacunas y atender el número de pacientes con Covid-19.

“Este tipo de problemas logísticos en las clínicas de todo el país han retrasado mucho la campaña para vacunar a los Estados Unidos contra el Covid-19 en su tercera semana, lo que genera temores sobre la rapidez con la que el país podrá controlar la epidemia.”

Mientras tanto, la pandemia sigue cobrando un enorme saldo humano, contagiando cientos de miles, matando al menos 4,000 diarias en EUA, sin muchas razones de optimismo. 

Una nueva cepa, aparentemente más contagiosa, está apareciendo.

Brilla por su ausencia Donald Trump, desaparecido desde noviembre cuando salieron los resultados de la elección. De vez en cuando aparece jugando golf. Una que otra salida al estado de Georgia, donde el 5 de enero se definirá quien gana el senado federal.

El resto del tiempo, Trump parece consumirlo tratando de echar para atrás la elección y mantenerse otros cuatro años en su presidencia. 

Trump anda furioso, humillado, frustrado. Insulta. Grita. Ha denunciado a toda su gente: al Vicepresidente, al Fiscal General, al Jefe del Senado. Tenía planeada una fiesta en su residencia de Florida, Mar-A-Lago, $1000 por cabeza. Pero se regresó a la Casa Blanca la mañana del 31.