Como hemos informado en este espacio, el fiscal independiente Robert Mueller, según versión del fiscal general de EUA, ha exonerado al presidente de colusión (conspiración) con Rusia durante la campaña presidencial de EUA 2016. Sobre el aspecto de obstrucción a la justicia de la misma investigación, sin embargo, el fiscal Mueller no exoneró al presidente; pero tampoco pidió que se formularan cargos ni acusaciones.

El Fiscal Gerenal William Barr, tomó la decisión de no acusar al presidente de haber cometido ilegalidades.

Así, durante los primeros días de esta primera semana de abril 2019, el presidente (y los medios como Fox News que lo apoyan) celebraron lo que llamaron una victoria total. Y denunciaron al resto por realizar una cacería de brujas.

Pasado un día de celebraciones, volvieron los problemas. Los mismos. Y otros más.

Los mismos — es decir la investigación sobre Rusia — porque los medios enemigos de Trump, y los demócratas en el Congreso, se niegan a aceptar el informe — especialmente por el hecho de que nadie lo ha visto. Porque fue entregado por Mueller a Barr, quien resumíó en 4 páginas más de 400 que aparentemente tiene el informe. Y en términos de citas textuales del informe, son muy pocas e incompletas.

El Congreso ha exigido que Barr haga público el informe de Mueller. Barr ha dicho que está trabajando en restringir cierta información que puede ser sensible, pero los demócratas no se lo están tragando. Para ayer es tarde.

El Congreso ha citado a Barr. También han hablado de llamar al propio Mueller. Ya algunos de los fiscales de su equipo se han pronunciado en contra de la versión de Barr, señalando que lo que ellos investigaron y las conclusiones que de ahí se derivaron eran mucho más crítico de la conducta del presidente que la versión Barr. (Barr, quien fue nombrado al importante cargo de Fiscal General de EUA en medio de la investigación, había escrito recientemente que él consideraba que la investigación es inconstitucional. Y algunos enemigos de Trump ven en ello un conflicto de interés.

Barr va para el Congreso este martes. El drama continúa.

Por el otro lado, sigue en el Congreso la investigación multifacética al presidente.

Una comité del Congreso a pedido la declaración de impuestos de Trump. A diferencia de candidatos y presidentes desde los años 70, Trump se ha negado hacer públicos sus impuestos. Algunos dicen porque está ocultando algo, otros porque muestra que no es tan millonario como se hace pasar. Pero ahí hay materal explosivo.

Prosiguen las investigaciones sobre cómo su hija Ivanka y el yerno Jared Kusher obtuvieron altísimas credenciales de seguridad. Una empleada de la Casa Blanca dijo los organismos encargados de emitir dichas credenciales las negaron a 25 personas, incluyendo los familiares del presidente. Pero aún así las han obtenido. El Congreso investigará.

Las otras investigaciones en el Segundo Distrito de New York también avanzan. Ello indica que los problemas no han parado para una administración cuyos tropezones se iniciaron el día mismo en que les entregaron las llaves de la Casa Blanca.

Otra fuente de preocupación para observadores de la presidencia es la salud mental misma de Donald Trump.

Esta semana el presidente tomó cuatro decisiones grandes, todas por sorpresa, solo para recular en cada una de ellas, dejando al país girando como un trompo.

  • Anunció que cerraría la frontera con México, y luego dedice dar un plazo de un año para resolver asuntos migratorios.
  • Pidió que se suspendiera la ley de salud conocida como Obama Care porque según él republicanos están preparando una versión. (No hay tal).
  • Dijo que debería hacerse público el informe de Mueller, pero luego expresó que quiere impedir que se haga público.
  • Su nominado para el cargo de director de ICE fue retirado sorpresivamente –tal fue la sorpresa que muchos pensaron que era un error.

También tuvo lugar el incidente que aparece arriba en el video (en inglés). Mientra comentaba sobre la investigación Mueller, el presidente se trabó en la palabra “origins” (orígenes) y en vez dijo oranges” (naranjas). Se nota que simplemente no le salía la palabra, e incluso buscó sustituirla con otra. Hay que recordar que Donald Trump tiene más de 70 años. Carga a cuestas un sobrepeso sustancial — su desgaste físico es obvio. Además, desde el primer día que llegó a la presidencia ha sufrido enorme presión, para quebrar hasta a los más fuertes.

Si algo parecido — comportamiento errático, dificultades en el lenguaje — pasara al autor de estas líneas, sería fuente de preocupación entre familiares y amigos.

¿Será que Donald Trump está perdiendo sus facultades mentales?

Otra semana que pasó en EUA.

Desde Pittsburgh, en Pennsylvania, 7 de abril 2019.
CFT, Director El Molino Online