¿Será posible, pregunta el crítico inglés Alastar Sooke en el Daily Telegraph, que los 271 cuadros de Picasso que aparecieron en manos de un electricista francés le hayan sido entregados por el pintor?

Reconoce su escepticismo inicial al escuchar la historia según la cual poco antes de morir, Picasso pagó con obra a Pierre Le Guennec por pequeños trabajos eléctricos en su casa.

Hay razones que generan ciertas sospechas, dice.  El artista sabía exactamente que su mera firma podría transformar el garabato más sencillo en una obra maestra altamente cotizada.

Además, al morir en 1973, Picasso dejó una producción de más de 43,000 piezas. La  posibilidad de que se hayan perdido 271 no es totalmente ridícula: el hijo de Picasso, Claude, dice que hay gato encerrado en la historia del electricista jubilado.

Sin embargo, señala Sooke, Picasso no era una persona común y corriente, después de todo el ha llegado a representar la creatividad humana: vigoroso, prolífico, sin descanso.

Y era, además, un revolucionario arrebatado. “De las cosas que más admiro de Picasso es que lo cuestionó todo, incluyendo las bases fundamentales de la historia del arte, tal como la perspectiva”.

Picasso un monstruo que en efecto se deleitaba en sacudir el mundo. Por esta razón, concluye, “me es imposible descartar directamente la historia de Le Guennec, porque si hubo alguien lo suficientemente loco e impredecible para intercambiar cientos de obras de arte por trabajitos pequeños, esa persona fue Picasso”.

Artículo en inglés

Foto cortesía de beckysnyder via flickr