Enviado de Gaddafi en negociaciones con Francia, en ElMolinoonline.comEn una prisión rudimentaria en Misrata, Libia, Mansour Iddhow espera. ¿Qué espera? Exactamente, no se sabe porque su futuro es totalmente incierto.

No se le han formulado cargos algunos, no pesan acusaciones contra él, fuera de haber sido un hombre cercano a Muammar Gaddafi. Tan cercano que estuvo con él hasta instantes antes de que lo asesinaran.

Fue allí donde Tony Birtley, corresponsal de Al Jazeera English, le entrevistó, para obtener un fascinante relato de los últimos días de Gaddafi, cuando su mundo había quedado patas arriba: de persecutor a perseguido, de mandamás a un fugitivo a la deriva sin control de los eventos.

Pinta el cuadro de un líder depuesto, en una situación caótica, rodeado de confusión y muerte donde lo único que parecía seguro era la muerte.

Contexto: luego de la caída de Trípoli en agosto, dice Al Jazeera, Gaddafi y una escolta de unos 50 vehículos huyeron para Sirte, cerca de donde había nacido, que el consideraba su ciudad. Formaban su escolta voluntarios, no soldados profesionales, y nadie del grupo controlaba las decisiones de combate.

Dice Al Jazeera que cuando las fuerzas de la oposición ubicaron al grupo de Gaddafi en Sirte, no sabían que se trataba del mismo dictador — la mera idea de una huída similar era totalmente inconcebible como un casi suicida.

Gaddafi fue capturado, muy probablemente torturado y asesinado, igual que varios miembros de su escolta, incluyendo su hijo Motassim.

Apartes de los recuerdos de Mansour Iddhow:

“Desafortunadamente no teníamos plan de escape. Gaddafi no planeó nada, tampoco su hijo Motassim, ni el jefe de seguridad.

“Desde el momento que llegamos a Sirte, Abdullah Senussi y yo le sugerimos que se fuera, porque era un pueblo pequeño que podría ser cercado fácilmente. Era como una habitación, sin ningún sitio a donde ir. Quedarnos era suicidio. Pero Gaddafi no nos escuchaba”.

“Sin comida, ni donde esconderse, ante las bajas crecientes a raíz del constante bombardeo, la situación fue empeorando.

“Nos dijo que el que tuviera miedo podía irse. Que el tenía una orden de captura de la Corte Internacional y no quería causarle problemas a los países vecinos al esconderse allí.

“Dijo que prefería morir en Libia que ser juzgado en un tribunal internacional.

“Constantemente hablaba de su muerte: dijo que moriría en Sirte o en Jaref, su ciudad natal, a donde quiso ir al escapar”.

“No tenía miedo. El temor nunca estuvo presente. Pero se ponía furioso debido a la falta de comunicación con sus buenos amigos en Europa, especialmente Silvio Berlusconi, Tony Blair y Tayyip Erdogan en Turquía. Los consideraba amigos personales. Se sentía decepcionado de que ellos no hubiesen intentado encontrar una solución para él”.

“Gaddafi y yo estábamos en el mismo vehículo. La mayoría de nuestros vehículos era blanca, del mismo modelo, y estábamos estacionados muy cerca uno al otro.

“Nuevamente, esto indica la falta de experiencia de muchos de los voluntarios. De golpe, tuvieron lugar enormes explosiones: la OTAN había golpeado el auto cinco metros adelante. Destruído y todos muertos. Nuestras llantas explotaron, las bolsas de aire se desplegaron.

“El caos total, luego otra bomba de la OTAN, más muertes y heridas. Saqué a Gaddafi del auto y corrimos hacia un pequeño edificio cerca del desagüe debajo de la carretera. Entonces, recibí impactos de esquirlas en la espalda y las piernas. No disparaban sin cesar.

“La última vez que lo vi, estaba hablando con Abu Bakr Younis Jabr, ministro de defensa de Gaddafi, y con sus hijos cerca del desagüe.

“No tenía mieda, incluso bromeaba. Pero se sabía 100 por ciento que la muerte venía. Luego perdí el conocimiento”.

Artículo en inglés

[vsw id=”YgJ6gqfXWno” source=”youtube” width=”425″ height=”344″ autoplay=”no”]