Los fusiles permanecen silenciosos y dos de los tres actores en la negociación de un fin al conflicto más largo del hemisferio mantienen su compromiso hacia la paz. Aún así el rechazo por solo 60,000 votos de la ratificación del tratado con las FARC ha sido un golpe duro para Juan Manuel Santos, cuyo gobierno le apostó durante cuatro largos años a que lograría un cese al fuego definitivo con los insurgentes.
Pero Colombia dijo “No” al acuerdo.
Según cifras oficiales, 6,422,136 colombianos, o el 50,23% optaron por el “No”, mientras que 6,361,762 votaron “Sí”.
Cabe señalar que de 34,899,945 colombianos aptos para votar en el plebiscito, dos de cada tres se quedaron en caso. La taza de abstención del 62.6% es la más alta en 22 años.
Igualmente, en las áreas más afectadas por el conflicto, el “Sí” se impuso.
Pocos se esperaban este resultado. Las principales encuestadoras colombianas cometieron garrafales errores de apreciación. El último sondeo daba más del 60% a la victoria del “Sí”.
Trae recuerdos de Brexit en Gran Bretaña, cuando un plebiscito convocado por el gobierno de David Cameron produjo un resultado totalmente opuesto a lo esperado, error garrafal que que le costó puesto y prestigio al entonces primer ministro.
Cuando ya era obvio que iba a perder, el presidente Santos habló brevemente a la nación y se comprometió a seguir trabajando por la paz. Desde La Habana, ciudad donde se negociaron los tratados, Timochenko, el número uno de las FARC, dijo algo en el mismo sentido.
Deja el resultado del 2 de octubre a Colombia en un limbo político e institucional; socava la visión política de Juan Manuel Santos; apuntala al expresidente Alvaro Uribe, actual senador de la república, quien se ha opuesto rotundamente al tratado de paz. Afecta incluso la imagen internacional del país, cuya estabilidad política serviría para atraer inversionistas extranjeros.
Aún así, mientras en Colombia medio país ponder la incertidumbre, siguen en silencio los fusiles.