aimé-césaire-par-Eddie-Francisque-pr-expo-colectiveCon motivo del centenario este 26 de junio del natalicio de Aimé Césaire (importante fecha que nos ha recordado nuestro querido amigo Harold Alvarado Tenorio) publicamos algunos poemas en español de “Cuadernos de un retorno al país natal”, la obra con que el escritor negro cambió para siempre la literatura francesa.

Redactada en 1938-1939, bajo la influencia del surrealismo, es una toma de conciencia de las desigualdades raciales producidas por el imperialismo y el racismo y, mediante sus audaces metáforas, presenta un fuerte un llamado a la rebelión. El mismo André Breton le haría un homenaje en Martinica encantadora de serpientes. 

La obra de Aimé Césaire, que inspiró a otros intelectuales negros en las colonias africanas de Francia, sienta la bases para la corriente conocida como La Negritud, que reivindica los valores culturales negros e impulsó el movimiento de independencia que siguió la segunda guerra mundial. 

Hoy “Cuadernos de un retorno al país natal” ha sido traducida a los principales idiomas en el mundo, se considera una de las principales obras de la poesía francesa del siglo XX y es estudiada en las escuelas segundarias y universidades de Francia y el mundo entero, que sigue intentando superar el legado del imperialismo y el racismo. 

Aimé Césaire, Basse-Pointe, Martinica, 26 de junio de 1913 — Fort-de-France, 17 de abril de 2008

Imagen: Pintura por Eddie Francisque

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AIMÉ CÉSAIRE

Aimé Fernand David Césaire (Basse-Pointe, Martinica, 26 de junio de 1913 — Fort-de-France, ibídem, 17 de abril de 2008) Poeta, dramaturgo e intelectual martiniqueño. Reconocido como una de las figuras fundamentales de la poesía moderna en lengua francesa, fue uno de los creadores del concepto de negritud y un líder comprometido en la lucha de los negros.

En 1931, gracias a una beca, inició estudios superiores en París. En 1934 fundó
la revista L ́Etudiant noir con otros intelectuales negros. Volvió a Martinica en
1939, donde enseñó en el Liceo de Fort de France. En 1941 creó la revista
Tropiques. Junto al poeta L. Senghor creó el término “negritud” como rechazo a la asimilación cultural francesa; este movimiento se propuso una búsqueda de las raíces africanas, aunque alertaba de no caer en el regionalismo o el “color local”.

En 1941 el poeta francés A. Breton, líder del surrealismo, al descubrir su libro Cuaderno de retorno al país natal, lo saludó como a una de las voces más importantes de la poesía francesa de vanguardia. En 1948 escribió otro de sus grandes poemarios, Soleil cou-coupé.

La poesía de Césaire, influida por la libertad verbal del surrealismo, es metafórica y rica en imágenes de gran plasticidad y fuerza evocativa; sin embargo, a diferencia de los surrealistas, la magia de su creación se sustenta en la riqueza de la cultura caribeña y africana, por lo que sus imágenes y metáforas cumplen un objetivo ajeno al puro experimentalismo. Sus poemas tienen que ver más con un concepto mágico profundamente americano.

Entre sus influencias se cuentan los poetas Lautréamont, A. Rimbaud, G. Apollinaire y el propio Breton. No obstante estar escrita en francés, su poesía tiene una aspereza y complejidad que la hace deudora de una cultura mestiza, y ostenta un aire legendario, majestuoso, como si perteneciera a una épica antigua; de ahí sus versos largos, con apariencia de prosa y vigor visionario.

El escritor R. Depestre sitúa la “criollidad” de Césaire en un contexto dinámico más amplio y universal que cualquier definición restrictiva, y habla de una “criollidad” en movimiento hacia una dimensión donde la poesía trata con la belleza y la desgracia a la vez. Según el poeta y ensayista D. Walcott, Césaire ve en el Nuevo Mundo la evidencia de humillaciones pasadas y la necesidad de un orden nuevo; sin embargo, su obra, como toda alta poesía, se basa en el misterio de esta redención, no en una dialéctica precisa que pudiera ser entendida a través de claves políticas.

Césaire también escribió teatro, con los mismos presupuestos polémicos y estéticos. En su pieza La tragedia del rey Christophe (1963) analiza la historia haitiana con una mirada épica y universal, como si tratara de la tragedia de todas las revoluciones. En Une Saison au Congo (1966) puso en escena el drama político de África en los años sesenta.

 

1

Partir.
Así como hay hombres-hiena y hombres-pantera, yo
seré un hombre-judío,
un hombre cafre
un hombre-hindú-de-Calcuta un-hombre-Harlem-sin-derecho-a-voto
El hombre-hambre, el-hombre -insulto, el hombre-tortura se le podría
prender en cualquier momento, molerlo a golpes-matarlo por completo
sin tener que rendirle cuentas a nadie.

2

Un hombre judío
un hombre-progom
un perro de caza
un pordiosero.
Pero, ¿es que puede uno matar el remordimiento, bello
como la cara de sorpresa de una dama inglesa al encontrar
en su sopa un cráneo de hotentote?
Yo reencontraría el secreto de las grandes comunicaciones
y de las grandes combustiones. Diría tempestad, diría río.
Diría ciclón. .Diría hoja. Diría árbol, mejorarían todas las
lluvias, me humedecerían todos los rocíos.
Me revolcaría como sangre frenética sobre la lenta corriente
del ojo de las palabras,
en caballos locos, en niños tiernos, en toques de queda en vestigios de templo, en piedras preciosas, lo bastante lejos como para descorazonar a los menores.
Quien no me comprenda no comprenderá el rugido del tigre

3

 

Es mío
un hombre solo preso de blancura
un hombre solo que desafía los gritos de la muerte
blanca
(TOUSSAINT,TOUSSAINT L’OUVERTURE)
un hombre solo que fascina al gavilán blanco de la muerte blanca
un hombre solo en la mar infecunda de la arena blanca
es un viejecito que se eleva contra las aguas
del cielo.
La muerte describe un círculo brillante encima de este hombre la muerte brilla dulcemente sobre su cabeza
la muerte sopla en la caña madura de sus brazos
la muerte galopa en la prisión como un caballo blanco
la muerte luce en la sombra como los ojos de los gatos
la muerte hipa como el agua bajo las rocas
la muerte es un pájaro herido
la muerte decrece
la muerte vacila
la muerte es un paytura sombrío
la muerte expira en una blanca balsa de silencio.

***

 

SUPERVIVENCIA

Te evoco
bananero patético que agitas mi desnudo corazón
en el día salmodiante
te evoco
viejo hechicero de las montañas sordas por la noche
justamente la noche que precede a la última
y sus redobles de tedio golpeando en la poterna loca de las ciudades enterradas
pero no es sino el preludio de las selvas en marcha sobre el cuello sangrante del mundo
es mi odio singular
llevando a la deriva sus témpanos de hielo en el aliento de las verdaderas llamas
dadme
ah dadme el ojo inmortal del ámbar
y sombras y tumbas de granito cuadriculado
pues la barrera ideal de los planos húmedos y de las hierbas acuáticas
escucharán en las zonas verdes
los intérpretes del olvidos anudándose y desanudándose
y las raíces de la montaña
exaltando la estirpe real de los almendros de la esperanza florecerán por los senderos de la carne
(la penuria de vivir pasando como una tempestad)
mientras que bajo el cartel del cielo
un fuego de oro sonreirá
al canto ardiente de las llamas de mi cuerpo

(Las armas milagrosas, 1946. Traducción de Lizandro Z.D.Galtier)

ELEGÍA

El hibisco no más que un ojo reventado
de donde pende el hilo de una larga mirada, las trompetas de esparavanes el gran sable negro de los flamboyanes, el crepúsculo llavero siempre tintineante
las arecas indolentes soles que jamás se pusieron por traspasadas por un alfiler que las tierras que se saltan la tapa de los sesos
no dudan nunca en incrustarse
hasta el corazón, los fantasmas horrorosos, Orión
la extática mariposa que los pólenes mágicos
crucificaron sobre la puerta de las noches cimbreantes
los bellos tirabuzones negros de las cañafístulas mulatas
altaneras cuyo cuello tiembla levemente bajo la guillotina

y no te sorprendas si en la noche gimo más hondamente o si mis manos estrangulan más sordamente es el tropel de viejas penas que hacia mi olor negro y rojo en escolopendra
alarga la cabeza y con una insistencia en el hocico aún blanda y desmañada busca más dentro mi corazón de nada me sirve entonces apretarle contra el tuyo y perderme en la espesura de tus brazos que acaba por encontrarlo y muy gravemente de manera siempre nueva

lo lame amorosamente
hasta que brota salvaje la primera sangre bajo las bruscas garras desplegadas del DESASTRE

…………….

Pero al hacerlo, oh corazón, preservadme de cualquier odio no hagáis de mí este hombre de odio
para quién sólo tengo odio
pues aunque limitado en esta única raza

conocéis sin embargo mi amor tiránico sabéis que no por odio de otras razas me exijo labriego de esta única raza cuanto deseo

es por el hambre universal por la sed universal

(Cuaderno de un regreso al país natal, 1939)

CUERPO PERDIDO

Yo que Krakatoa
yo que todo mejor que monzón
yo que a pecho descubierto
yo que carraspeo como un árgano viejo
yo que balo mejor que una cloaca
yo que fuera de gama
yo que Zambeze frenético o rombo o
caníbal
quisiera ser cada vez más humilde y más manso siempre más grave sin vestigio ni vértigo
caer hasta perderme
en la viviente sémola de una tierra bien abierta
Fuera una neblina en lugar de atmósfera no
sería nada sucia
cada gota de agua conteniendo un sol
cuyo nombre idéntico para todas las cosas
sería el ENCUENTRO MAS TOTAL
de tal suerte que no se sabría a ciencia cierta
si cruza una estrella o una esperanza acaso
o un pétalo de flamboyán
o una retirada submarina
que las antorchas de las medusas aurelias frecuentan Imagino que entonces la vida me bañaría por completo mejor la sentiría palpándome o mordiéndome
tendido sentiría llegarme los olores al fin liberados cual manos caritativas
que me atravesarían
para mecer largos cabellos
más largos que ese pasado que no puedo alcanzar. Cosas apartaros, haced sitio

a mi reposo que alza en oleaje

mi cresta terrible de raíces fondeadoras
buscando dónde asirse
oh cosas, yo sondeo y sondeo
yo, el cargador, soy portarraíces
yo peso, fuerzo y arcaneo
y ombligueo
Ah, quien hacia los arpones me lleva
estoy muy débil
silbo, sí, silbo cosas muy antiguas
de serpientes de cosas cavernosas
Soy oro viento paz aquí
y contra mi hocico inestable y fresco
poso contra mi rostro corroído
tu frío rostro de risa descompuesta.
El viento, ay, lo escucharé aún
negro, negro, negro desde el fondo
del cielo inmemorial
un poco menos fuerte que hoy en día
pero demasiado fuerte sin embargo
y ese loco aullido de perros y caballos
que envía a nuestra persecución siempre cimarrona mas a mi vez en el aire
me alzaré en un grito tan violento
que voy a salpicar al cielo entero
por mis ramas destrozadas
y por el chorro insolente de mi barril herido y solemne ordenaré a las islas existir.

CONQUISTA DEL ALBA

Morimos nuestra muerte en bosques de eucaliptos gigantes acariciando encalladuras de paquebotes absurdos
en el país para crecer
drosera irrespirable

paciendo en las desembocaduras de las claridades sonámbulas
ebria
muy ebria guirnalda arrancando demostrativamente* nuestros pétalos sonoros
en la lluvia campanularia de sangre azul,

Morimos
con miradas creciendo en amores extáticos en salas carcomidas sin palabras que se opongan en los bolsillos, como una isla
que se hunde en la explosión brumosa de sus pólipos
—la noche,

Morimos
entre sustancias vivientes hinchadas anecdóticamente
de premeditaciones
arborizadas que sólo regocijan, que sólo se insinúan en el corazón mismo de nuestros gritos, que únicamente reverdecen con voces de niño,
que solamente
trepan a lo largo de los párpados en el peldaño
agujereado miriápodos sagrados lágrimas silenciosas,

Morimos de una muerte blanca floreciendo de mezquitas su dintel de espléndida ausencia donde la araña de perlas saliva su ardiente melancolía de mónada convulsiva

en la inenarrable conversión del Fin

Maravillosa muerte de nada Una esclusa alimentada en las fuentes más secretas de la ravenala se ensancha en grupa de gacela desprevenida

Maravillosa muerte de nada.

Las sonrisas escapadas al lazo de las complacencias deshácense sin precio de las joyas de su infancia en plena feria de sensitivas en delantal de ángel en temporada liminar de mi voz sobre la suave pendiente de mi voz a voz en grito para dormirse.

Maravillosa muerte de nada

¡Ah! El penacho depositado de los orgullos pueriles las ternuras adivinadas
he aquí con puertas más pulidas que las rodillas de la prostitución—

el castillo de los relentes— mi ensueño donde adoro
con la aridez de los corazones inútiles

(salvo del triángulo orquial que sangra violento como el silencio de las tierras bajas)
brotar
en una gloria de trompetas libres con cáscara escarlata

corazón no mantecoso, sustrayendo a la ancha voz de los precipicios incendiarios y embriagadores tumultos de cabalgata

 CADÁVER DE UN FRENESÍ

el recuerdo de un camino que sube mucho a la sombra de los bambúes di guarapo que vuelve a inventarse siempre y el olor de los ciruelos de España se dejaron olvidadas
las enaguas del mar

los tiempos de la infancia el parasol de los coccolobis

al llegar a la curva me vuelvo y miro por encima del hombro
de mi pasado lleno del ruido mágico en el momento preciso siempre incomprensible y angustioso del fruto del árbol del pan que cae rodando hasta el barranco en donde nadie lo encuentra la catástrofe se ha hecho un trono instalándolo demasiado alto del delirio de la ciudad destruida es mi vida incendiada

Dolor tú perderás
él hábito que se grita:
que he soñado con el rostro torcido
boca amarga he soñado con todos los vicios de mi sangre
y los fantasmas rondaron cada uno de mis gestos en el escote de la suerte
no importa es debilidad

vela corazón mío
único prisionero que inexplicablemente sobrevive en su celda
a la evidencia del destino
feroz taciturno
muy al fondo lámpara encendida por su terrible herida

 PACIENCIA DE SIGNOS

Sublimes excoriaciones de una carne fraterna y hasta las fogatas rebeldes de mil aldeas azotadas
arenas
fuego

mástil profético de las carenas
fuego
vivero de murenas fuego
fuego faroles de situación de una isla en pesadumbre fuegos huellas de hoscos rebaños que se

deletrean en los barros
pedazos de carne cruda
gargajos suspendidos
esponja rezumante de hiel
vals de fuego de los céspedes llenos de cucuruchos que caen del impulso frustrado de grandes ta-bebuyas

fuegos de los tizones perdidos en un desierto de llantos y cisternas huesos fuegos desecados más nunca tan desecados que no palpite un gusano pregonando su carne nueva

semillas azules del fuego
fuego de los fuegos
testigos de ojos que para las locas venganzas se exhuman y se agrandan polen polen
y por los guijarros donde se redondean las bahías nocturnas de suaves manzanillos
buenas naranjas siempre accesibles a la sinceridad de las sedes largas

 POEMA PARTA EL ALBA

Arrebatos de carne viva
en los estíos explayados de la corteza cerebral
han flagelado los contornos de la tierra
los ranforinquios en el sarcasmo de sus colas
captan el viento
el viento que ya no tiene espada
el viento que ya no es sino una caña de pescar los frutos de
todas las estaciones del cielo
manos abiertas
manos verdes
para las bellas fiestas de las funciones anhídridas
nevarán adorables crepúsculos sobre las manos tronchadas de las memorias respirantes
y de ahí
sobre las grietas de nuestros labios de Orinoco desesperado
la feliz ternura de las islas mecidas por el pecho adolescente
de las fuentes del mar
y en el aire y en el pan siempre renaciente de los esfuerzos musculares
el alba irresistible abierta bajo la hoja
cual claror el impulso espinoso de las belladonas