Che GuevaraCon al anuncio reciente de un nuevo diálogo entre el gobierno colombiano y la fuerza guerrillera más antigua de América Latina, el interés ha vuelto a renacer sobre quiénes son y cuánto saben los combatientes de las FARC.

Mauricio Rubio, en su columna semanal en El Espectador, reseña un estudio de la Fundación Ideas para la Paz con interesantes datos sobre las reuniones de formación política de los guerrilleros.

Ante todo, y quizás para sorpresa de nadie, muestra jóvenes hombres y mujeres — muchos de ellos niños — con un desconocimiento total del mundo que los rodea y los problemas que luchan por resolver.

En una fuerza mixta entre hombres y mujeres, dice Rubio, ellas asisten un promedio de 30 veces más al año a las reuniones de ideología que ellos.

Explica que algunas mujeres reciben un estipendio de la guerrilla, que equivale a dos salarios mínimos.

Agrega que aquellas que adquieren esta distinción no asisten con tanta frecuencia a estas reuniones: 180 al año para las primeras, contra una mensual de las segundas, dice.
Caso ilustrador es el de la guerrillera Eloisa que jamás había leído un libro en su vida. “Bueno, yo escuchaba, no leía. Estudiábamos la vida del Che Guevara como el hombre nuevo … lo estudiábamos por su compromiso con una causa: la causa noble de la revolución para la construcción del socialismo. Y por su desinterés”.

Yo creía que la guerrilla estaba en todo el mundo y cuando me di cuenta de que no era así pensé que, definitivamente, mi cabeza estaba llena de aserrín”.

Eloisa, agrega Rubio, quiso leer un libro y nadie en su pueblo tenía uno. Finalmente, el cura (quien jamás había oído que nadie pidiera un libro) del pueblo le sugirió que fuera a una biblioteca, “Uno va allá, pide el que quiera y se lo prestan”.

Los primeros libros de la niña guerrillera, según Rubio, fueron “El sapo enamorado, El cocuyo y la mora y Yoco busca a su mamá”.

Más que  debates como los de los barbudos del Movimiento 26 de Julio en la Sierra Maestra en Cuba hace más de medio siglo, las reuniones de los alzados en armas en las filas de las FARC parecen un “simple adoctrinamiento para párvulos que apenas leen”, dice la nota de Mauricio Rubio en el diario colombiano.

Y si ello es una denuncia de una organización armada que recluta y explota a la niñez, lo es en igual manera a un sistema que ha permitido que un importante segmento de su población viva en estas condiciones de aislamiento e ignorancia.

“Un libro por favor un libro” en el Espectador