Si le interesa la vida sexual de los colombianos, especialmente la infidelidad entre parejas, pero se le hace difícil (si no imposiblemente aburrido) interpretar el lenguaje seco de las estadísticas, “Infidelidad masculina y machismo” publicado por Mauricio Rubio en El Espectador es para usted.

Reseña una serie de estudios sobre este aspecto de la vida matrimonial que ha causado tensiones, dolores de cabeza, pataletas, gritos, incluso golpes con ollas y cacerolas, por no decir la tirada por la ventana de los haberes de muchos maridos: “Cómo viven los colombianos: su sexualidad”, del 2008; y “El Sensor Yanbal de la Mujer Colombiana” de IPSOS, conducido a finales del 2011.

Ambos estudios coinciden en que los maridos colombianos le son infieles a sus esposas — algo casi aceptado a regañadientes, diría uno en base a los comentarios de algunas esposas.

No que ellas se queden atrás, pero es algo mucho menos frecuente.

Dice Rubio que en algunos casos las mujeres colombianas tienen sus romances extramaritales como venganza a sus esposos descarriados. Aunque, clarifica, que la “reacción de talión, cuernos por cuernos, no es la más común”.

Cuando salen a relucir las infidelidades, agrega, ellas son más generosas con sus perdones que ellos.

Dice también que mientras mayor educación tienen los caballeros, menos adulteros son; lo cual es lo opuesto en el caso de las damas.

Y, finalmente, elabora un interesante mapa de la infidelidad colombiana, que muestra que el fenómeno de “poner cachos” es más común en las regiones de la costa caribeña del país.

“Infidelidad masculina y machismo”, además, ha picado la curiosidad de los lectores, quienes lo han enriquecido con sus comentarios.

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