Un niño encuentra el arma que su padre o madre han dejado cargada, se pone a jugar con ella, y lo más terrible que se pueda imaginar sucede: Muere de un disparo accidental.
Esto pasa una vez cada dos días, según un estudio de la Associated Press y USA Today.
Los accidentes pueden ser a manos de un adulto (limpiando el arma, por ejemplo), de otro niño (jugando con el revólver que encontraron) o de la misma víctima.
Las estadísticas son mucho más elevadas de lo que indicaban los datos del gobierno federal.
Según Daily Beast, para el estudio se analizaron datos del Gun Violence Archive, junto con informes periodísticos y fuentes públicas.
Durante casi seis meses se analizaron las circunstancias en torno a las muertes de más de 1000 menores de 17 años entre enero 2014 y junio 30, 2016.