El_crimen_del_agua_de_FlintEl crimen del agua de Flint. No cabe la expresión “lavarse las manos” porque el agua que salía de las tuberías era una asquerosidad, pero la oficina del gobernador Rick Snyder de Michigan básicamente se pasó por la faja las quejas que recibieron desde 2014.

Tras examinar la correspondencia recibida por el despacho del gobernador, escribenJulie Bosman, Monica Davey y Mitch Smith en el New York Times que los funcionarios electos abdicaron su responsabilidad al electorado e ignoraron evidencia científica sobre el agua envenada.

Se burlaron de la gente que se quejaba como los que siempre están “en contra de todo”. Ignoraron las preocupaciones una pediatra, diciendo que eran simples “datos”.

La correspondencia electrónica ha sido puesta a disposición del público en un esfuerzo de transparencia por parte del gobierno.

Los mensajes muestran que desde el momento en que Flint decidió extraer su agua de una nueva fuente, el río Flint, los funcionarios fueron descontando las preocupaciones sobre la calidad, mientras celebraban un cambio destinado a ahorrar millones de dólares a la ciudad en quiebra. Entre 2011 y 2015, Flint se encontraba en estado de suspensión de pagos al Estado, sus finanzas fueron controladas por una sucesión de cuatro gestores de emergencia designados por la administración del señor Snyder.

Ese estado de ánimo optimista duró meses, así como los residentes comenzaron a quejarse de mal olor del agua nueva, de su color extraño y de sus desconocidos efectos sobre y comenzaron a aparecer en los eventos con “jarras de agua de color marrón.”

 

Este ha sido el crimen del agua de Flint.

Artículo en inglés

Agua-envenenada_de-Flint