El 15 de junio del año 1215 Juan sella la Carta Magna
A raíz de una revuelta de la nobleza inglesa contra su gobierno, el rey Juan pone su sello real en la Carta Magna, o “Gran Carta”. El documento, hoy día la base del estado de derecho anglosajón, es esencialmente un tratado de paz entre Juan y sus barones, garantizando que el rey respetaría los derechos feudales y privilegios, apoyaría la libertad de la iglesia, y mantendría las leyes de la nación. Aunque más reaccionaria que progresista en su día, la Carta Magna es vista como una piedra angular en el desarrollo de Inglaterra democrática por las generaciones posteriores.
Juan asumió el trono de Inglaterra en 1199 tras la muerte de su hermano, el rey Ricardo Corazón de León. El reinado de Juan fue una serie de fracasos. Perdió el ducado de Normandía ante el rey francés e impuso impuestos sobre la nobleza de Inglaterra en gran medida para costear sus desventuras extranjeros. Se peleó con el Papa Inocencio III y vendió cargos eclesiásticos para llenar las agotadas arcas reales. Derrotado en sus intentos por recuperar Normandía en 1214, Stephen Langton, arzobispo de Canterbury, pidió a los barones descontentos que exigieran una carta de libertades al rey.
En 1215, los barones se rebelaron contra los abusos de la ley y costumbres feudales por parte del rey. Juan no tuvo otra opción que ceder a las demandas. Reyes anteriores de Inglaterra habían otorgado concesiones a sus barones feudales, pero en lenguaje impreciso y emitidas voluntariamente. El documento elaborado por Juan en junio de 1215, sin embargo, obligó al rey a ofrecer garantías específicas de los derechos y privilegios de sus barones y la libertad (el poder) de la iglesia. El 15 de junio, 1215, Juan se reunió con los barones en Runnymede en el Támesis y puso su sello a los artículos de los barones, que después de una mínima revisión fue emitida formalmente como la Carta Magna.
La carta constaba de un preámbulo y 63 cláusulas y trataba principalmente de asuntos que afectaban el mundo feudal en el siglo 13 y tenían poco impacto fue de Inglaterra. Sin embargo, el documento fue notable, ya que implicaba que había leyes que el rey estaba obligado a observar, lo que evitaba cualquier demanda futura al absolutismo por parte del monarca Inglés. De mayor interés para las generaciones posteriores fue la cláusula 39, que establecía que “ningún hombre libre podrá ser detenido o encarcelado o desposeído o ilegalizado o de alguna manera victimizado … excepto por el juicio legal de sus pares o por la ley de la tierra”. Esta cláusula ha sido celebrada como una garantía inicial de juicio por jurado y de exhibición personal e inspiró la Petición de Derechos (1628) y la Ley de habeas Corpus (1679) de Inglaterra.
En términos inmediatos, la Carta Magna fue un fracaso: La guerra civil estalló el mismo año, y Juan ignoró sus obligaciones plasmadas en Carta. A su muerte en 1216, sin embargo, la Carta Magna fue emitida nuevamente con algunos cambios por su hijo, el rey Enrique III, y luego volvió emitirse nuevamente en 1217. En ese año, los barones rebeldes fueron derrotados por las fuerzas del rey. En 1225, Enrique III volvió a publicar voluntariamente la Carta Magna por tercera vez, y entró formalmente en el derecho estatutorio Inglés.
La Carta Magna ha sido objeto de grandes exageraciones históricas; no estableció el Parlamento, como algunos han afirmado, ni más vagamente alude a las ideas democráticas y liberales de los siglos posteriores. Sin embargo, como un símbolo de la soberanía del Estado de Derecho, fue de fundamental importancia para el desarrollo constitucional de Inglaterra. Se han conservado cuatro copias originales de la Carta Magna de 1215: Una en la catedral de Lincoln, una en la catedral de Salisbury, y dos en el Museo Británico.
Via History.com