Detonación de Hiroshima vista del suelo

En 1961, a raíz de un accidente de un bombadero B-52, dos bombas de hidrógeno 250 veces más poderosas que la que explotó sobre Hiroshima cayeron y fue por pura suerte que no se voló el estado de Carolina del Norte y roció con mortífera radiactividad gran parte de la costa Este de EUA.

Este espeluznante dato histórico sale a luz en “Command and Control”, el libro de Erick Schlosser que investiga errores nucleares.

Según un excerpto publicado en Mother Jones una de las bombas no estaba armada cuando cayó, pero la otra casi explota cuando falló su mecanismo de seguridad.

“Se arrancaron los alambres de armado y la bomba respondió igual que si la tripulación la hubiera soltado de manera intencional sobre un objetivo”, escribe Schlosser. “La bomba cayó al suelo, y los cristales piezoeléctricos dentro de la nariz se aplastaron, enviando una señal de disparar”.

La Fuerza Aérea niega que pudo haber explotado, pero esto sencillamente no es cierto, dice Schlosser.

Schlosser dijo a Mother Jones en una entrevista, que “hemos olvidado lo peligrosas que son estas armas. Son máquinas — creo que las máquinas más peligrosas jamás inventadas”, dice. “Y al igual que todas las máquinas, a veces las cosas salen mal”.

Artículo en inglés