Primera Guerra MundialEn Francia, líderes de las principales potencias mundiales, conmemoran el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial. Pero pasados 100 años, la historia muestra que la “guerra que pondría fin a todas las guerras” lo único que hizo fue industrializar la matanza, llevando al mundo al borde de la aniquilación nuclear. Estas conmemoraciones no son mucho más que un vano esfuerzo por distraer al mundo de la incapacidad de sus líderes de controlar las industrias armamentistas que obtienen enormes beneficios de la guerra.

Hace 100 años, a las 11 am, del 11 de noviembre, el 11 avo mes, callaron los cañones. A las 5 de la mañana de esa mañana, Alemania, completamente agotada por la guerra, con varias de sus ciudades insurrectas por simpatizantes de la revolución bolchevique en Rusia, y enfrentando una inminente invasión de las fuerzas aliadas, que ahora gozaban del apoyo de una fuerza expedicionario estadounidense, había accedido a firmar un acuerdo de armisticio con los aliados en un vagón de ferrocarril a las afueras de Compiégne, Francia.

El saldo de la Primera Guerra Mundial fue alrededor de nueve millones de soldados muertos y 21 millones heridos, y Alemania, Rusia, Austria-Hungría, Francia y Gran Bretaña perdieron casi un millón o más de vidas. Además, al menos cinco millones de civiles murieron a causa de enfermedades, hambre o contagio.

Cuatro años y medio antes, el 28 de junio de 1914, las tensiones que se venían gestando entre naciones europeas estallaron, con el asesinato en Sarajevo, Bosnia, del archiduque Francisco Fernand, heredero del imperio austrohúngaro, y de su esposa. Los ultimó el nacionalista serbio Gavrilo Princip.

Fernando había estado inspeccionando las fuerzas armadas imperiales de su tío en Bosnia y Herzegovina, a pesar de la que los nacionalistas serbio querían incorporar estas posesiones austrohúngaras a la recién establecida Serbia independiente. Austria-Hungría culpó al gobierno serbio por el ataque e intentó usar el incidente como una justificación para apaciguar el nacionalismo eslavo de una vez por todas. Sin embargo, como Rusia apoyaba a Serbia, el imperio austro-húngaro demoró en declarar la guerra hasta obtener garantías del líder alemán Kaiser Wilhelm II de que Alemania apoyaría su causa en caso de una intervención rusa.

El conflicto estalló 28 de julio, cuando Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia, y la tenue paz entre las grandes potencias de Europa se derrumbó. El 29 de julio, las fuerzas austrohúngaras comenzaron a bombardear la capital serbia, Belgrado, y Rusia, aliada de Serbia, ordenó una movilización de tropas contra Austria-Hungría. Francia, aliada con Rusia, comenzó a movilizarse el 1 de agosto. Francia y Alemania declararon la guerra entre sí el 3 de agosto. El plan militar de Alemania, concebido por el estratega  Alfred Graf von Schlieffen, contemplaba cruzar Luxemburgo (nación neutral), invadir Bélgica la noche aliada de Gran Bretaña. Dicha invasieon de inició el 4 de agosto, y con ella entraron los ingleses a la guerra.

Intoxicados con el nacionalismo, que también afectó a la mayor parte de los socialistas organizados en la Segunda Internacional, en su mayoría los europeos apoyaron con júbilo la guerra.  La opinión dentro de cada país era que su país obtendría una victoria rápida y contundente.

Alemania estaba más preparada para una guerra que según el plan Schlieffen derrotaría rápidamente a Francia, con lo cual podría movilizar hacia el este, el frente ruso, nación que mientras lograba movilizar sus ejércitos estaría ocupada combatiendo las fuerzas austrohúngaras mientras Alemania atacaba a Francia.

Los alemanes se acercaron peligrosamente a París, tal como dictaba el plan Schlieffen, pero en Marne pararon a los alemanes. Para fines de 1914 ya habían muerto más de un millón de europeos, y la guerra se había estando en dos posiciones, una enorme trinchera desde que cruzaba Francia y Bélgica. Fue una guerra de desgaste, donde miles morían a diario bajo terribles condiciones sanitarias, expuestos a gases, bombardeos.

El intento en 1915 de los británicos de invadir Turquía (aliada de los alemanes y austro-húngaros) a través de los Dardanelos, con el desembarco en Gallipoli fue un desastre total, que sacudió a Gran Bretaña, dejando a decenas de miles de sus hijos muertos en las playas.

En febrero 1917 cayó la dinastía de los Romanov en Rusia y se inició un periodo de inestabilidad política que culmina en octubre de 1917 con la toma del poder por los Bolcheviques, instalando un gobierno de los soviets — o consejos de obreros y soldados — con una clara agenda socialista.

Uno de los primeros actos de los bolcheviques fue iniciar conversaciones de paz con los alemanes unilateralmente suspender la alianza que ellos consideraron parte del imperialismo.

Al suspenderse las hostilidades en el frente oriental, los ejércitos de Alemania pudieron concentrar sus ataques en Francia, pero la llegada en 1918 de los estadounidenses, detuvo a los alemanes, que además tenían que ver con insurrecciones de obreros y soldados en varias ciudades en Alemania, y el imperio austro-húngara.

Este fue el contexto que el noviembre 1918 obligó a Alemania a rendirse, medida que detuvo muy temporalmente la masacre, solo para sentar las bases para la Segunda Guerra mundial, y la era atómica.