Su elegancia y estilo desafiante le habían asegurado espacio en los periódicos de la Gran Manzana.
Pero le llegó la hora y en 1992 fue declarado culpable de 14 acusaciones de conspiración para cometer asesinatos y actividades de crímen organizado. Al leerse la sentencia, cientos de sus partidarios dentro y fuera de la sala del tribunal federal en Brooklyn se lanzaron a la calle, arremetiendo contra automóviles, volcando algunos antes de ser controlados por las autoridades.
John Gotti fue un producto del hampa callejera en New York, quien subió desde muy bajo para alcanzó el control de la poderosa familia Gambino, tras el asesinato en Paul Castellano en frente un restaurante en Manhattan en diciembre 1985.
Este homicidio — primero en tres décadas de relativa paz entre las familias — fue organizado por Gotti y su compinche Sammy “El Toro” Gravano. La familia Gambino concentraba sus esfuerzos delictivos en los narcóticos, las apuestas y los robos de automóviles.
Bajo el control de Gotti, en los cinco años siguientes aumentaron actividade criminales de la familia hasta alcanzar la cúspide de poder entre las familias italianas de la mafia.
En varias ocasiones, Gotti logró superar las acusaciones usando tácticas como intimidación a los testigos. Sin embargo, en 1990 fue sindicado de conspiración en el asesinato de Castellano.
Gravano tranzó con el gobierno accediendo a testificar a cambio de una sentencia reducida en un presidio federal.
El 2 de abril, 1992 Gotti fue declarado culpable de todas las acusaciones; el 23 de junio, fue sentenciado a pasar el resto de sus días enjaulado. Sin posibilidad de libertad condicional.
John Gotti moriría el 10 de junio 2002 de cáncer en la garganta.
Via History.com