George W. Bush, Barack Obama, y Donald Trump todos sufrieron derrotas en las elecciones de medio término. Bush usó la palabra “thumping”, un sinónimo de paliza. Obama dijo que su partido recibió un “shellacking” — otra versión de lo mismo.
Pero Trump dijo que fue una “victoria casi total”.
La situación ha empeorado desde entonces. La más reciente de las pésimas noticias para el presidente Donald Trump desde la elección de medio tiempo ha sido Arizona, en donde la demócrata Kyrsten Sinema derrotó a la republicana Martha McSally para el senado, asegurando a los demócratas por lo menos 47 curules en el senado. (Quedan por definirse la Florida y Mississippi).
La cámara de representantes es otro cuento. Los demócratas gararon casi 40 escaños, con lo cual obtienen el control del organismo, y con éste, la capacidad de definir presupuestos y de investigar a la administración. Es decir la agenda del presidente estará básicamente paralizada.
Bill Press en The Hill provee un balance de esta “victoria casi total”.
A pesar de que las elecciones tuvieron lugar en distritos creados artificialmente por el “gerry-mandering” del Partido Republicano, los demócratas recuperaron el control de la Cámara al ganar posiblemente 37 escaños. Además, los demócratas se han llevado al menos siete gobernaciones, recuperaron el control de siete cámaras legislativas estatales y obtuvieron más de 370 escaños legislativos estatales.
Incluso en el Senado, parece que los republicanos terminarán con un máximo de 52 escaños (a pesar de que Trump hizo alarde de a ganar 55). Dado el mapa desastroso que enfrentaron los demócratas, ese de por sí es un pequeño milagro. Además, los demócratas compensaron la pérdida de Dakota del Norte, Missouri e Indiana al ganar Nevada y, como parece más probable, Arizona, con Florida y Mississippi aún por decidir, por recuento o por segunda vuelta. En total, 13 millones de personas más votaron por demócratas que por republicanos en las elecciones al Senado.
Los demócratas también ganaron en otra área importante: la recaudación de fondos. Estamos acostumbrados a que los candidatos republicanos recauden más dinero que los demócratas. Esta vez no fue así. Los demócratas derrotaron a los republicanos en la mayoría de elecciones a la Cámara de Representantes y al Senado, en ningún lugar más que en Texas, donde Beto O’Rourke recaudó un total de US$70.2 millones de dólares en donaciones pequeñas. Los republicanos se sienten tan superados que el líder del Senado Mitch McConnell (R-Ky.) se quejó esta semana ante los donantes del Partido Republicano: “El eje del problema es Act Blue, que canalizó más de $ 700 millones en pequeñas donaciones a los candidatos demócratas a la Cámara y al Senado.
Actualmente en el estado de la Florida se está llevando a cabo un recuento de la votación. Y en Georgia se está debatiendo esa misma posiblidad.
Tanto en Florida como en Georgia, Trump ha pedido que dejen de contarse los votos, muchos de ellos de ausentes o miembros del ejército. También ha acusado de fraude electoral, sin presentar evidencia alguna.
Recordamos a nuestros lectores que no viven en EUA, que el sistema electoral estadounidense es bastante caótico, en muchos casos anticuado, no está centralizado, las boletas electorales varían en sus diseños, igual que los niveles de tecnología para los conteos. Esto en un país donde las elecciones son un gran negocio, del cual viven las redes de televisión, los periódicos, periodistas, anunciantes y en donde lo primero que hace la persona que gana una elección es prepararse para la próxima elección.
Desde mediados de agosto, Donald Trump se dedicó casi tiempo completo a apoyar candidatos republicanos — muchísimos de los cuales resultaron perdiendo. El estamento republicano tiene que estar preocupado por su líder que considera estos deplorables resultados como una victoria casi total.
Más información en inglés, The Hill