Cerca de 200,000 brasileños se volcaron a las calles de la nación el lunes 17 de junio para protestar la carestía de la vida producida por los preparativos del país para ser anfitrión del Mundial de Fútbol 2014.
Informa Le Monde que las manifestaciones han tomado casi totalmente por sorpresa al gobierno.
La ciudad más afectada ha sido Río de Janeiro, dice el diario parisino, donde estallaron fuertes choques entre manifestantes y la policía.
Señala que el movimiento de protesta, que se ha organizado desde las redes sociales, es la expresión más masiva de descontento popular desde las protestas en 1992 contra de la corrupción del gobierno del ex presidente Fernando Collor de Melo.
En Brasilia miles de jóvenes se congregaron pacíficamente en el distrito gubernamental, dice. Unos 200 treparon al techo el Parlamento, donde cantaron el himno brasileño antes de bajar de forma espontánea, agrega.
En Sao Paulo, la capital económica del país con 20 millones de habitantes, más de 65,000 manifestantes se dirigieron al instituto Data Folha sin incidentes. Durante la noche, la Avenida Paulista fue bloqueada en ambas direcciones. La policía usó gases lacrimógenos contra un grupo que intentó invadir el ayuntamiento, señala.
En Belo Horizonte, la tercera ciudad del país, la policía disolvió una manifestación cerca del estadio donde se disputaba el partido Tahití-Nigeria de la Copa FIFA Confederaciones.
La protestas, dice Le Monde, tienen como marco una “delicada” situación económica” que se distingue “por un crecimiento a media asta y un aumento de la inflación (6.5% anual, 13% para el precio de uno alimentos)”.
La popularidad del gobierno se ha reducido 8 puntos en junio, por primera vez desde las elecciones a la presidencia en 2011, Dilma Rousseff, quien puntea las encuestas para la elección del 2014.
Dice Le Monde que mientras que inicialmente el gobierno denunció las protestas y amenazó a los manifestantes, horas después la presidenta, Dilma Rousseff, reculó diciendo en un comunicada que “las protestas pacíficas son legítimas y adecuadas a la democracia. Es la manera natural de la juventud de expresarse”.
El gobierno quedó sorprendido por la repentina aparición del movimiento apolítico la semana pasada tras el anuncio del aumento de las tarifas del transporte público. Ahora parece abrumado por sus nuevas dimensión en gran parte impulsada por la indignación que despertó la violencia policial la semana pasada.