Aunque Donald Trump, con su total carencia de humilidad, se refiere a sí mismo como “el mejor presidente”, una persona “sumamente inteligente”, el “único capaz de resolver los problemas del país”,  el empresario que “siempre gana”, quien “ha sido altamente exitoso”, al llegar a Buenos Aires para juntarse con la rosca de gobernantes que se conoce como la G20, esta vez  llevaba un alias: “Individuo 1”.

“Individuo 1” es el código con que el fiscal especial Robert Mueller se refiere al presidente de EUA en los documentos de admisión de culpabilidad sobre una diversidad de crímenes de Michael Cohen, antiguo abogado de Trump durante muchos años y desde hace algún tiempo testigo de la fiscalía en la investigación sobre Rusia y la campaña Trump 2016.

“Individuol 1″ en lenguaje común y corriente es un paso bastante cercano al de “Sospechoso 1”. Nada deseable para la gente decente — mucho mens para el presidente de EUA.

Esta semana hemos visto nueva evidencia en dos frentes separados de la investigación del abogado especial Robert Mueller que ha puesto patas arriba versión del presidente sobre eventos claves relacionados al papel de Rusia en la elección de Trump, ambas cargan consigo graves riesgos políticos y posiblemente legales para el presidente.

Al referirse a Trump como “Individuo 1”, los investigadores lo han nombrado públicamente como una figura central en la investigación sobre la campaña Tump conspiró con el gobierno ruso durante la campaña de 2016.

Juntos, los documentos muestran que los investigadores tienen evidencia de que Trump se mantuvo en estrecho contacto con sus subalternos que comunicaban con Rusia, al mismo tiempo que WikiLeaks hacía públicos documentos de la campaña de Hillary Clinton. Ello es conspiración, o colusión.

También muestran que mintieron en sus intentos por ocultar estas actividades. Ello es obstrucción a la justicia.

Colusión y obstrucción a la justicia son las dos pinzas de la tenaza legal que esgrime el fiscal contra la administración.

El jueves, Michael Cohen, se declaró culpable de mentir ante el Congreso cuando insistió en varias ocasiones que Trump no estaba haciendo planes para construir una Torre Trump en Moscú después de enero de 2016. Ello contradice las reiteradas declaraciones de Trump en el sentido que no tenía ningún interés comercial en Rusia.

En julio de 2016, tuiteó: “Para que conste, tengo CERO inversiones en Rusia”. Un día después afirmó: “No tengo nada que ver con Rusia”. En enero de 2017, le dijo a un reportero: “No tengo acuerdos que puedan cuajarr en Rusia, porque nos hemos mantenido alejados”.

(En estos pasados dos días, Trump dijo que sí había tenido un leve interés en construir en Rusia).

Al mismo tiempo, un borrador de una acta de imputación del fiscal especial revelado el martes también indica que la fiscalía está examinando muy de cerca las interacciones de Trump con Roger Stone, un asesor suyo durante años, quien presuntamente estaba buscando información sobre los planes de WikiLeaks para hacer públicos los correos electrónicos pirateados a la campaña de Hillary Clinton.

Aunque todavía no están claras las implicaciones legales para el presidente en lo que es definitivamente una nueva fase de la investigación, los fiscales ahora lo han ubicado en un papel protagónico del cual está intentando distanciarse. En la medida que se reduzca esta distancia, “Individuo 1” puede convertise en Sospechoso 1.

El borrador del acta de imputación buscaba que Jerome Corsi, autor conservador y propulsor de teorías de conspiración (entre ellas el nacimiento de Barack Obama en Kenya), se declare culplable de  mentir al negar conocimiento sobre los planes de WikiLeaks y su fundador Julian Assange para hacer públicos correos electrónicos perjudiciales para los demócratas. Esta información fue hackeada, presuntamente por Rusia.

Igual que Roger Stone, Corsi hasta el momento se ha negado a colaborar con los investigadores de Mueller, pero esto puede no ser definitivo — ya que muchos otros han cantado, y compartido lo que saben con los investigadores. Entre ellos, el asesor de seguridad Michael Flynn; el expresidente de la campaña Paul Mannafort; su mano derecha, Rick Gates; George Papadopoulos. Cohen ha hablado unas 70 horas con los fsicales.

Todos ellos ahora son criminales convictos y ahora colaboran con la investigación.

Mueller y su equipo han demostrado una disciplina admirable en su metodología de investigación. Siguen el rastro del dinero. Escarban, y luego entrevistan por separado durante horas y horas a cada uno de los posibles implicados. Y corroboran. Los rumores indican que ellos lo saben todo — especialmente cuando alguien miente.

Observadores de la investigación que ha consumido la presidencia desde la primera semana sostienen que Mueller parece estar dibujando a un candidato endeudado con el Kremlin. A cambio de oportunidades económicas, el Kremlin exigía favores geopolíticos — distanciamiento de EUA de la OTAN, cambio de la plataforma del partido republicana sobre Rusia en Ucrania.

Al poseer el Kremlin secretos sobreTrump, quedaba a la merced de posibles chantajes.

A estas alturas es innegable que el Kremlin sí tenía ciertos secretos sobre el presidente. Por ejemplo, Cohen admitió haberse reunido con un secretario de prensa de Vladimir Putin; el presidente niega haberlo sabido. Cohen sostiene que le avisó al entonces candidato — y a sus hijos y yerno.

Todo esto aparece en la declaración de culpabilidad de Cohen.

Por esto es que ahora los documentos legales se refieren al presidente de EUA como el “Individuo 1”.

Todo esto acompañó a Trump a la reunión del G20, donde el “Individuo 1” se vio presionado a cancelar su reunión con Vladimir Putin, y donde se topó con Mohammed Bin Salman, príncipe de una reinado medieval acusado de ordenar el asesinato de un periodista opositor residente en EUA, a quien posteriormente descuartizaron.

Otra semana que pasó en EUA.

Carlos F. Torres

 

Carlos F. Torres
Director El Molino Online
Pennsylvania USA, 12/1/2018

 

Magnífico artículo en inglés en el Washington Post.