Aquí hay una moraleja muy fuerte: robar es malo; robarle a los que sufren de enfermedades mortales (y altamente contagiosas) es peor.
Informa Daily Monitor que un hombre de 40 años en Uganda entró al ala de cuarentena en un hospital y se apropió del teléfono celular de un paciente, quien no mucho después de reportar el hurto dejó de existir.
El caco comenzó a presentar síntomas de la mortal enfermedad y tuvo que acudir al hospital en busca de tratamiento.
Fue allí que confesó haber sustraído el dispositivo, que tiene un valor de US$24 y podría causarle la muerte.
Pobre diablo
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