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Si algo funcionó una vez, repetirlo. Ese modelo ha tenido resultados muy positivos en el mundo de los negocios, el marketing y la publicidad. Pero, ¿funcionará en la política? ¿ayudará a Donadl Trump y sus republicanos a mantener control del Congreso de EUA?

Durante la noche del 6 de noviembre comenzará el mundo a ver si Donald Trump logrará repetir el éxito de su campaña 2016 en el 2018. No en una campaña presidencial, contra Hillary Clinton, una candidata que muchos veían como corrupta, distanciada del público, y parte del problema del país —  sino en cientos de campañas al Congreso, a las gobernaciones, asambleas estatales y otros cargos menores de un extremo de la ancha y diversa geografía de EUA.

Toda la cámara de representantes 435, más un tercio del senado, 33, están en juego.

Muchos de estos candidatos y candidatas, a diferencia de Hillary Clinton, son jóvenes, dinámicos, arraigados en las bases, reales representantes de sus comunidades. Y sin vínculos con las grandes fortunas que históricamente han controlado a los partidos políticos de EUA.

Desde hace varias semanas lo único que Donald Trump aparentemente ha hecho es desplazarse por toda la nación para participar en actos de apoyo para los candidatos republicano. Le ha apostado todo al mismo tema que le dio su victoria en 2016: El temor a la inmigración.

El coco de la inmigración ha sido un tema repetido incesantemente, atacando la Caravana de migrantes hondureños que el día de la elección alcanzaba la Ciudad México; desplegando más de 5,000 tropas a la frontera sur de EUA; anunciando que el ejército tenía órdenes de responder con bala en caso de que le tiraran piedra los migrantes; afirmando que los migrantes son asesinos, traficantes, incluso que individuos del Medio Oriente viajan ocultos con la Caravana.

Este ha sido el mensaje que ha repetido antes decenas de miles de personas en los actos de masas que sus partidarios han organizado a través del país. En el último acto de la campaña, la noche del lunes, el presidente participó en un mitin con Rush Limbaugh, el ultraderechista locutor de radio.

La intención clara es asustar al país, agitar las banderas del odio racial para que el electorado vote republicano.

De perder por lo menos una de las Cámaras del Congreso, peligraría la implementación de agenda de Trump y, además, quedaría la administración a la merced de nuevos comités del Congreso los cuales iniciarían investigaciones sobre corrupción, lavado de dinero, enriquecimiento ílicito, que afectarían al presidente y su familia.

Los demócratas, por su parte, han apostado a una inquietud que afecta cada día más al país: El seguro de la salud. Además, muchos candidatos de los demócratas denuncian el racismo, hacen llamados a la solidaridad y compasión con las familias de migrantes, y piden un tono más humano en el lenguaje político del país.

Dos estilos diamétricamente opuestos: La xenofobia tribal versus la solidaridad humana. En juego está la conciencia de EUA.

 

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