Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, José Antequera y Leonardo Posada.
Dirigentes de la Unión Patriótica de Colombia aseinados: Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, José Antequera y Leonardo Posada. 

Con motivo del intento de asesinato el domingo pasado de Aida Avella, candidata presidencial de la Unión Patriótica de Colombia, el domingo pasado, Armando Neira de Semana.com hace un recuento de cómo esa organización ha sido objeto de una matanza sistemática, un “genocidio”.

El artículo titulado “No nos maten, por favor, no nos maten — cuando la izquierda colombiana pedía que no la mataran” recuerda que muchos de los los dirigentes de las FARC, incluso algunos de los que hoy figuran en las negociaciones por la paz de La Habana, participaron en la política colombiana, ocupando cargos públicos.

Según Semana.com, mientras que algunos comentaristas descartaron la importancia del atentado contra Avella, quien pasó 17 años fuera del país luego de sobrevivir otro atentado, la realidad es otra:

El asunto es de extrema gravedad por la misma circunstancia. Hay que protegerla porque la democracia es la garantía absoluta de los derechos de las minorías.

Asimismo, porque si la izquierda legal en Colombia no obtiene la absoluta certeza de que nunca jamás les va a pasar nada, la armada en La Habana no firmará la paz. Porque Aida Avella es el símbolo vivo de una tragedia que nunca debió ocurrir. Y porque así, valiente, honesta y a pesar de todo, jamás ha empuñado un arma. La democracia es una mentira si a ella le pasa algo.

Y no se trata sólo de ella, de su familia y de sus seguidores, sino también de aquellos jóvenes inconformes que nacieron en Colombia mientras ella estaba en el exilio y hoy quieren cambiar el país, hacer política con sus ideales y sus propuestas.

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