La foto con que la policía de Miami fichó a Justin Bieber por acusaciones de exceso de velocidad y conducir embriado lo dice todo.
No me refiero aquí a la cara de picardía, satisfacción e incluso desprecio con que este niño terrible dice que se pasa por la faja estas acusaciones porque bien sabe que va a salir libre.
(En el peor de los casos, realizará unas horas del tal “servicio comunitario” con que los ricos y poderosos purgan sus delitos en vez de compartir condenas con los pobres por similares ofensas).
Me refiero al que haya sido premiado, al aparecer en los principales medios del país — y del mundo por el simple hecho que en muchas partes se sigue obsesivamente lo que sucede en el mundo de las llamadas “celebridades” de EUA.
Tras el fingido asombro en los moralizantes titulares, saben los directores de los medios que van a vender periódicos. Que los internautas van a hacer click.
Y en ese sentido rezan porque Bieber la siga cagando: No hace mucho fue la casa de putas en Brasil, el mico mascota que abandonó, la orgía en su habitación, el abuso de drogas y extracto de cafeína.
Los medios lo ensalsaron, ahora se regodean colectivamente mientras se hunde.
Igual que Miley Cyrus, otra niña terrible malcriada, que cada día se quita más ropa, muestra más. O Lindsey Lohan, otra más.
Los tres han sido producto de una sociedad que les robó la niñez: Mientras los demás niños iban a la escuela, estos tres bailaban, cantaban, viajaban, pedían y recibían — disfrutando la filosofía del “porque quiero puedo”.
Y el en proceso enriquecieron mucho a unos pocos.
Igual que en ente los excesos de un niño malcriado, la culpa recae en sus padres, como sociedad somo responsables por Justin Bieber, y los otros “niños celebridades”.
Son nuestros monstruos Frankenstein.
Coincidentalmente, la semana que culminó con el arresto de Justin Bieber, abrió en Davos, Suiza, la Cumbre Económica Mundial 2014.
Parte de la agenda son las desigualdades sociales.
Allí, Oxfam, una de las ONG más respetables y respetadas presentó un informe que documenta cómo 85 personas en el mundo poseen más riquezas que la mitad de la humanidad.
¿Eso quién lo oyó?
Carlos F. Torres
New York,
Enero 24, 2014