Este Día del Amor, cuando le envíe a su media naranja una serenata virtual, en donde le jurará amor eterno, pause por un instante y reflexione en los grandes amores que, a través de la historia, no terminaron bien.

Cada cultura tiene su lista.

Hemos escarbado por ahí para encontrar algunos de los amores trágicos a través de los años.

Marco Antonio y Cleopatra. Ella reina Egipcia de ascendencia griega; él general del imperio romano. A la muerte de Julio César, Cleopatra pide protección del romano y comienzan un romance que conduce a una alianza política. Pero Octavio declara la guerra contra esta alianza y nuestros amantes se suicidan. En el 31 antes de nuestra era.

Amores trágicso

Heloisa y Abelardo. El profesor de literatura de la Sorbona, en el siglo 12, tutor de la hija del director de la institución y 20 años mayor que ella. El amor ilícito conduce a un juicio y la desgracia de Abelardo que, como castigo por comer el fruto prohibido, es castrado. Separados para siempre, el fuego del amor se mantuvo a través de la correspondencia.

Shan Jahan y Mumtaz Mahal. El sultan en la India; ella su tercera esposa, la favorita. Pero quiso el destino que ella muriera al dar a luz. Entonces Shan ordenó la construcción del Taj Mahal, cuya construcción tardó 23 años hasta el 1666. Ambos descansan allí.

Inés de Castro y Don Pedro de Portugal. Ella, dama de compañía de Constanza de Portugal, él, esposo de Constanza y heredero al trono. A la muerte de Constanza don Pedro contrae nupcias con Inés su amante por años. Pero ella es rechazada por las fuerzas políticas, llevando a su exilio y luego asesinato, en 1350.

Victoria, reina de Inglaterra, y el príncipe Alberto. El muere en 1861, 40 años antes que ella. El resto de uno de los reinados más largos de la historia, la monarca vistió el luto. En el mausoleo donde ambos descansan, escribió al momento de sepultarlo: “Adios my muy amado, aquí descansaré contigo y contigo en Cristo me levantaré nuevamente”.

Maria Callas y Aristóteles Onassis. Ella una de las mejores sopranos de todos los tiempos; él un magnate naviero y uno de los hombres más ricos de su época. Ambos griegos.  El encuentro, según una amistad de Onassis, fue para él “una curiosidad natural; éramos los griegos más famosos del mundo”. Ella nunca pudo superar la pérdida, viviendo el resto de sus días como una reclusa. Años 60.