Granny Au Pair en ElMolinoonline.comAu pair, que en el lenguaje de la crianza de niños ha llegado a tener por lo general el rostro de una jovencita francesa o en algunos casos inglesa, está sufriendo una transformación de acento y edad.

El acento será teutónico, la edad la tercera. Adios adolescentes francesas. ¡Bienvenidas abuelitas alemanas!

Escribe Laura Albor en lainformación.com, que  la empresa alemana Granny AuPair se encarga de poner en contacto a abuelas alemanas con familias de todo el mundo que puedan requerir sus servicios.

“Desde que surgió la agencia, más de 400 mujeres alemanas han querido participar y han entrado a formar parte de nuestro archivo” afirma Corinna Von Valtier, encargada de mantener el contacto con los hogares.

Dice que la demanda de familias aumenta mensualmente, “salió la noticia en Rusia y varias familias ya se han puesto en contacto con nosotros”.

Granny AuPair ofrece ventajas muy claras, dice: “Las mujeres ya han criado hijos propios, saben preparar guisos alemanes deliciosos y conocen cuentos de hadas que fascinan a los niños. No sólo se trata del cuidado de los niños y la ayuda doméstica. La familia recibe mucho más: intercambio cultural.”

“Son mujeres experimentadas de la vida, son más estables y saben más lo que quieren. Muchas veces las familias que tienen au pair jóvenes tienen el problema de que se enamoran y abandonan la familia”, dice.

Son pocos los requisitos, continúa lainformación.com: más de 50 años, con breves excepciones, las convierte en abuelitas. Además, necesitan conocimientos del idioma del país al que se quieren trasladar (para que les entiendan esos fascinantes cuentos de hadas). Salud. Y solvencia económica.

“No somos una agencia de trabajo, el enfoque está en el intercambio cultural y la ayuda mutua”. Dice que piensan ampliar a abuelas de otras nacionalidades.

Ya se han despachado 50 de estas abuelitas, con sus guisos teutónicos y cuentos de hadas, a varias naciones, aunque señala que el sur de Europa es el destino más cotizado, especialmente España.

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Ilustración: La Grand-Mére Emile Bernard