Dice la BBC que cuando Hakkul abrió el costal y soltó las serpientes, la gente en las oficinas gubernamentales comenzó a saltar, correr, treparse sobre las mesas.
Hakkul se escapó; sus serpientes siguen en el edificio.
Afortunamente, no ha habido mordiscos porque son altamente venenosas.
Sucedió en la India, estado norteño de Uttar Pradesh.
Venía pidiendo a diversos departamentos gubernamentales por años por una parcela de tierra donde “conservar” sus bichos.
Pero todo indica que se desencantó el encantador y, con el respaldo de un grupo de partidarios, se dirigió a las oficinas locales y soltó docenas de víboras.
“Hubo caos durante varias horas. Algunas personas comenzaron a tomar fotos con las cámaras de sus teléfonos, otros trajeron sábanas intentando cubrir las culebras. Otros trajeron palos y querían darle a Hakkul”.
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