Esa Niña Soy Yo“Esa niña soy yo”. Cuando se escriba la historia de la campaña presidencial 2020, esas breves palabras pronunciadas por la senadora y precandidata Kamala Harris muy bien pueden ser las que sepultaron para siempre las aspiraciones presidenciales del ex vice presidente Joe Biden, quien se lanzó a la presidencia el mes pasado, entrando como un gallito con el pecho inflado para ocupar el primer lugar en las encuestas.

Pero eso pudo haber cambiado ayer.

Indudablemente fueron éstas las palabras de mayor resonancia en el segundo día del primer debate de los aspirantes a demócratas a la presidencia. Dirigidas contra Biden temprano en el debate bien podrían haber sido el KO. La estocada fatal. El tiro de gracia. Lo que lo baja a la realidad y muestra que estamos en 2019, otra época, otro discurso, otro mundo que él hombre de los 80 no alcanza a comprender.

Muestran las magníficas aptitudes de la Senadora por California para debatir. (Pronunciada Kámala)

Además ponen en contexto la diferencia de edad entre la senadora, desbordando de energía, nuevas idas, proyectando compromiso, y  Biden, político de hace 40 años, que por el exceso de Botox y maquillaje asemeja a un zombie.

También entretejen el drama de la discriminación racial en EUA, con las acciones década en el pasado de políticos blancos que por diversas razones intentaron acomodarse con los racistas.

Hace solo unos días Biden había hablado con nostalgia hace medio siglo, cuando él siendo senador había podido colaborar con otros senadores supremacistas blancos. Siendo justos, Biden lo dijo como un ejemplo de la necesidad en la legislatura de que trabajen juntos los políticos.

Porque mencionó por nombre a dos de los senadores mejor conocidos por su racismo, a Biden le cayó el cielo encima. Puso a la defensiva al pre candidato que punteaba las encuestas desde el día que anunció que se postulaba.

Si bien analistas, comentaristas, y hablamierdistas esperaban que algo así surgiera en el debate, pocos la vieron venir.

La candidata soltó las amarras de su furia. Con un sentido total del momento, cada palabra un dardo envenenado.

“No creo que seas racista, y estoy de acuerdo contigo cuando te comprometes a encontrar puntos en común”, dijo. “Pero fue doloroso escucharte elogiar la reputación de dos senadores de EUA que construyeron su reputación y su carrera en la segregación de las razas en este país”.

Continuó: “Y no fue solo eso, sino que también trabajaste con ellos para oponerte al transporte de estudiantes en autobus para desegregar las escuelas. Sabes, había una niña en California que fue parte de la segunda clase que integró las escuelas públicas, y tomó el autobús la escuela todos los días. Y esa niña soy yo”.

Cuando la senadora comenzó a hablar, Biden ni siquiera la miró. Era un zombien, una estatua, impasible, sin expresión con una piel apergaminada y lisa por el maquillaje y el Botox. Implantes dentales y de cabello. Perdido en su ambición.

Hasta que salieron las palabras, “esa niña soy yo”. Biden volteó a mirarla. ¿Sabría que con ello pierde un sector clave del electorado, las mujeres afroamericanas?

Fue temprano en el debate. Pasaron otras cosas. Pero ya ni importan: los demócratas parecen haber encontrado una abanderada para enfrentar a Trump.

También destacamos el mensaje de Pete Buttigieg. “Al partido republicano le gusta encubrirse en el lenguaje de la religión. Ahora bien, nuestro partido no habla mucho sobre religión, en gran parte por una muy buena razón, que es nuestro compromiso con la separación de la iglesia y el estado — estamos a favor de personas de cualquier religión y de personas sin religión.

“Pero deberíamos denunciar la hipocresía cuando la veamos. Y para que un partido que se asocia con el cristianismo, sostenga que está bien sugerir que Dios sonríe ante la división de las familias a manos de los agentes federales, que Dios toleraría poner a los niños en jaulas — ese partido ha perdido todo derecho a usar de nuevo el lenguaje religioso”.

Los candidatos presentaron sus ideas — bastante similares aunque algunos candidatos advirtieron sobre los peligros del uso de la palabra socialismo. A favor de seguro de salud; en contra de la discriminación a los inmigrantes.

Pero nada de eso destacó como las palabras de la niña aquella de California que fue a estudiar en autobús. Podría ser la primer mujer presidenta de EUA.