Relato de la periodista francesa herida en Líbano, ElMolinoonline.comLo primero que hizo Edit Bouvier al cruzar la frontera de Siria a Líbano fue llamar a sus padres en Francia: “No les dije donde estaba, solo que me encontraba sana y salva”.

Le Figaro publica con lujo de detalles la odisea de esta joven periodista que, acompañada de las fuerzas que combaten contra el régimen de Bachar el-Assad en Libia, se internó clandestinamente a la ciudad de Homs donde por días presenció el brutal ataque con artillería pesada, fue herida con Paul Conroy por el mismo misil que mató a Mari Colvin y Rémi Ochlik, y logró escapar como parte del repliegue insurgente ante la feroz arremetida del gobierno.

Regresó a París ayer en la tarde.

Fue herida, escribe Le Figaro, cuando el ejército Sirio usó rockets de 122 mm, los terribles Katiushkas, contra las posiciones insurgentes en el barrio de Baba Amr en Homs.

“Hubo cinco explosiones seguidas, muy cercanas. Daba la impresión de que nos estaban apuntando. Los activistas sirios que estaban con nosotros, comprendieron la gravedad del asunto y nos dijeron que nos fuéramos”.

Fue a la salida del inmueble que murieron Colvin y Olchlik, dice. Otros periodistas, incluyendo el fotógrafo español Javier Espinosa y William Daniels quedaron ilesos.

Conroy fue alcanzado pero seguía de pie; Bouvier casi pierde una pierna, con una fractura a lo largo del fémur que requería una operación de urgencia.

Fue en aquellos momentos que la periodista lanzó por YouTube un llamado a un cese al fuego que permitiera su evacuación.

Pero, como indica Le Figaro en este escalofriante relato, el régimen sirio no iba a dejar que sucediera.

“El barrio Baba Amr estaba sitiado. Las calles habían sido cortadas, los francotiradores y los tanques del ejército sirio abrían fuego sobre todo lo que se movía. El último vínculo con el exterior era una línea larga de tres kilómetros por donde llegaban a cuentagotas víveres y medicinas”.

A falta de contacto con el mundo exterior, dice, salvo ocasional comunicación via Skype, los periodistas inicialmente creyeron que su evacuación podría realizarse en las ambulancias.

Las ambulancias sirias de la Media Luna Roja no los pudiron evacuar, dice Le Figaro. La Cruz Roja internacional no llegó

“Buenos días, ustedes deben ser los periodistas. No hemos venido a buscarles, aquí hemos venido por los heridos sirios. Pero los puedo poner en contacto con la Cruz Roja que se encuentra a 500 metros de aquí”.

Dicen los periodistas en su relato que no se supo más de los heridos evacuados por la Media Luna Roja.

Agregan que el contacto inicial con la Cruz Roja se suspendió, luego de que ellos retiraran sus ambulancias asegurándoles que al día siguiente volvían por ellos, algo que no sucedió.

Estudiaron la opción de salir en ambulancia de la Media Luna Roja. “El ejército sirio no quiere permitir que pase la Cruz Roja, si ustedes vienen con nosotros, los vamos a llevar al hospital de Homs. Allí tendrán que explicar a las autoridades sirias la razón de vuestra presencia aquí”, les dijo un médico sirio.

Fueron sometidos a bombardeos constantes con una breve pausa: mientras comían los artilleros.

Los habitantes escondidos de día, salían de noche, apunta.

Cuando llegó la 4ta División Blindada de Maher el-Assad, dice, se supo que venía el ataque final.

“Los sirios nos dijeron que iban a intentar evacuar todos sus heridos y nos propusieron incluirnos”, dice Bouvier.

La salida fue a través que un túnel, recorrido que pareció eterno.

“Con vendas adhesivas me pegaron a una camilla y afortunadamente presencié lo que tuvo lugar”.

“Había decenas y decenas de heridos. Me di cuenta que las heridas de algunos eran verdaderamente terribles, que las mías eran muy lejos de ser las peores”.

Bajaron a mano la camilla con la periodista por el acceso vertical al hoyo, del tamaño de una persona, dice.

Es una galería de 1.60m donde solo se podía caminar agachado, repleta de gente que escapaban el barrio. Los heridos demoraban el movimiento.

En algunos sitios se había desfondado el túnel. Obscuridad total, salvo las linternas del frente.

Javier Espinosa ayudaba a unos heridos. Los voluntarios se turnaban a Edith cada 30 metros.

A raíz de unas explosiones dentro del túnel, producidas por bombas del ejército sirio a la entrada, los grupos se dividen.

Los cargadores de Edith la dejan y van buscar ayuda. Su compañero intenta halar él solo la camilla, algo imposible de hacer.

Fue entonces que escucharon el ruido de una motocicleta: un rebelde que estaba buscando heridos. A ella la suben al aparato y ahí comienza, “una locura de carrera subterránea en moto. Sobrecargado, el aparato avanza, los pasajeros agachados, el techo los roza, la moto esquivando obstáculos, a veces casi volteándose. Me golpee varias veces, me dí cuenta que sangraba de la cabeza”.

Sin embargo, logran llegar a la salida. “Asombrados, los rebeldes vieron salir a la joven, en ropa interior puesto que ya no estaba en la camilla, la pierna vendada, el rostro cubierto de sangre. Les pidió un cigarro”.

De casa de seguridad a casa de seguridad, un recorrido de vueltas, atajos, cubren 40 kilómetros en 4 días.

Hasta cruzar la frontera.

Artículo en francés