Lo que el Vesuvio y el tiempo no han logrado destruir ahora peligra por los intentos del crimen organizado, infiltrado en la burocracia estatal, de controlar un masivo esfuerzo de preservación europeo.
El Gran Proyecto de Pompeya, con financiamiento de US$137 millones por la Unión Europea, peligra ante la codicia de la mafia napolitana, que escriben Rachel Donadio y Elisabeta Povoledo en el New York Times domina la economía de la cultura en la región de Nápoles y Herculano.
Pompeya es una de las ruinas más grandes e importantes en el mundo y está ubicada “en una de las áreas con mayor concentración de crimen organizado en Europa”, afirmó Fabrizio Barca, ministro del gobierno del primer ministro Mario Monti.
A través de los años, una sucesión de funcionarios detenidos con altos cargos en la preservación muestra una cultura de corrupción e ineficiencia fuertemente plantadas, dice el Times.
En enero de este año, solo un día antes de que se iniciaran las labores, fue detenido el director de la compañía constructora encargada de modificar el teatro de Pompeya bajo acusaciones de inflar los contratos, apunta.
La semana pasada, agrega, equipos de la policía cayeron de sorpresa en una obra para asegurar que la mafia no estuviera manejando el proyecto de restauración.
Y mientras tanto se arruinan frescos, paredes de ladrillos, calles adoquinadas, edificios, mosaicos.
Se ha llegado a un punto de desesperación con la incapacidad del estado, dice el Times, que los conservacionistas preferirían volver a sepultar parte de las ruinas, que literalmente se desmoronan a merced de los elementos. “Como están las cosas, no funcionan y dejarlas así sería una muerte segura”.
Foto: Wikipedia
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