Estados Unidos impuso el lunes nuevas sanciones económicas contra Venezuela que restringen la habilidad del régimen de Nicolás Maduro para vender activos, luego que el país sudamericano celebró elecciones que Washington consideró “una farsa”.

El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que prohíbe a los ciudadanos estadounidenses involucrarse en ventas de cuentas por cobrar de ese país relacionadas con el petróleo y otros activos, informó un alto funcionario del gobierno.

“La orden ejecutiva de hoy cierra otra avenida para la corrupción que hemos observado que se usa, niega a los funcionarios venezolanos corruptos, la capacidad de valorar y vender incorrectamente los activos públicos a cambio de sobornos”, dijo el funcionario.

La fuente afirmó que la administración Trump ha mantenido “discusiones puntuales” con China y Rusia sobre el tema de la compra de deuda de Venezuela a cambio de efectivo.

EE.UU. también “aplaude la declaración del Grupo de Lima” en rechazo a las elecciones del domingo en Venezuela, “comparte sus preocupaciones” y estamos “trabajando estrechamente con ellos para coordinar acciones multinacionales para identificar, bloquear y congelar las ganancias ilegales; y esperamos que las primeras acciones ocurran pronto”, señaló a periodistas el alto funcionario.

El presidente Donald Trump también instó el lunes al gobierno de Venezuela a realizar “elecciones libres y justas”, tras la reelección de Nicolás Maduro como mandatario en unos comicios duramente criticados local e internacionalmente.

“Pedimos al régimen de Maduro que restablezca la democracia, llame a elecciones libres y justas, libere a todos los presos políticos de forma inmediata e incondicional, y ponga fin a la represión y privación del pueblo venezolano”, sostuvo Trump en un comunicado.

La Casa Blanca informó que la orden de Trump limitará la capacidad del gobierno venezolano de liquidar activos públicos “a precios mínimos a expensas del pueblo venezolano”.

Las medidas estadounidenses, sin embargo, por ahora no incluyen al sector petrolero venezolano.

En Caracas, el canciller venezolano Jorge Arreaza rechazó las nuevas sanciones estadounidenses y acusó a Washington de adoptar medidas “absolutamente ilegales” para torcer el brazo de un país que el domingo mostró en los comicios presidenciales “una gran musculatura” para fortalecer su democracia, su independencia y su soberanía.

Arreaza agregó que “no hay ningún tipo de medida restrictiva, de medida coercitiva unilateral, ningún tipo de presión” que pueda intimidar a Venezuela, ni siquiera si se trata de una potencia como Estados Unidos ni de Trump, comandante en jefe del más poderoso de los ejércitos.

Mientras líderes mundiales rápidamente condenaron el proceso electoral, el vicepresidente estadounidense Mike Pence afirmó el lunes que la votación no fue “ni libre ni justa”. Dijo que fue un “proceso falso” cuyo resultado es ilegítimo y agregó que la decisión de llevar a cabo las elecciones fue “un golpe más a la orgullosa tradición democrática de Venezuela”.

“Estados Unidos se opone a la dictadura y está con el pueblo de Venezuela”, dijo Pence.

Insistió en que Maduro debe permitir el ingreso de ayuda humanitaria en un país donde la escasez generalizada de alimentos y la hiperinflación han alimentado la crisis social y la oposición al gobierno de Maduro.

Maduro ganó casi el 68% de los votos, de acuerdo con el Consejo Nacional Electoral, con más del 92% de las casillas electorales contabilizadas. Esa fue una ventaja de más de 40 puntos sobre su retador más cercano, Henri Falcón. Incluso antes de la votación, Estados Unidos instó a Venezuela a no celebrarla.

Al elevar la presión diplomática, el secretario de Estado Mike Pompeo advirtió que el gobierno de Venezuela “enfrenta el aislamiento de la comunidad internacional” hasta que restablezca la democracia y celebre elecciones libres y transparentes.

Pompeo mencionó varios ejemplos de cómo el gobierno de Maduro habría intervenido en el proceso electoral, entre ellos la represión de la prensa, el dominio oficialista sobre el consejo electoral, el silenciamiento de la disidencia y la exclusión de los principales partidos de la oposición. También acusó al gobierno de Maduro de racionar “selectivamente” el alimento para manipular los votos de los ciudadanos hambrientos.

Maduro, un ex conductor de autobús cuyo segundo mandato en el cargo comienza en enero, se enfrenta a una tarea colosal para reavivar la moribunda economía de Venezuela.