HosniEl “estado profundo”, brutalmente represivo y con una corrupción sin límites, se ha implantado nuevamente en Egipto no obstante las movilizaciones populares que en el 2011 obligaron la renuncia del dictador Hosni Mubarak y su camarilla.

Esto sostiene Jamie Dettmer en una nota en The Daily Beast sobre el fallo por un tribunal de derogar los cargos criminales contra Mubarak por la muerte de más de 200 manifestantes en el alzamiento que puso fin a 30 años en el poder.

La decisión marca “el apogeo de una contrarrevolución supervisada por Abdel Fatah el-Sisi, jefe de la inteligencia militar del antiguo dictador, elegido presidente del país en mayo”.

El fallo también beneficia a Alaa y Gamal, hijos del dictador, de cargos de corrupción relativos a la venta de gas a Israel.

Además fueron declarados inocentes un ministro del interior y seis capos de la seguridad del estado de conspiración para asesinar a los manifestantes durante la primavera árabe, donde más de 800 personas murieron y 2000 fueron heridas.

Comentó un abogado de las víctimas al escuchar el fallo. “¿Si no fueron ellos, entonces quién fue?”

Contrasta la crónica en Daily Beast la generosa actitud del tribunal hacia Mubarak con la que ha adoptado hacia los islamistas y partidarios del derrocado presidente Mohamed Morsi presos por más de un año y en el proceso de ser juzgados.

Para ellos, las sentencias han sido draconianas.

Egipto, la nación árabe más numerosa, es apoyada política, económica y militarmente por EUA.

Artículo en inglés