El padre Gabriele Amorth, exorcista de la diócesis de Roma, ha sido un personaje controversial que en más de una ocasión ha hecho al Vaticano pasar vergüenzas, atacando al yoga y a Harry Potter.
Pero ahora en su libro, “El último exorcista — mi lucha contra Satanás”, hace unas afirmaciones que son — por así decirlo — algo fuera de lo común.
Asegura el exorcista del siglo 21 que el papa Benedicto XVI realizó un exorcismo sin darse cuenta: ¡en la propia plaza de San Pedro en mayo del 2009 y desde su papamóvil!
Escribe Nick Squires desde Roma en The Telegraph que el padre Amorth asegura que la mera presencia del sumo pontífice de la iglesia católica bastó para asustar y vencer a los demonios que poseían dos hombres.
Con la ayuda de dos damas asistentes, llevó a ambos poseídos — Marco y Giovanni — a la plaza de San Pedro que Benedicto XVI recorría en su batimóvil impartiendo bendiciones.
Ambas personas se sentaron en un área reservada para los incapacitados, dice.
Tan pronto se acercó el papa, agrega el sacerdote en su libro, comenzaron a temblar los dos poseídos, con los dientes que les rechinaban.
Una voz extraña salió de uno diciendo, “No soy Gionvanni”.
Luego, tan pronto se acercó el papa, ambos hombres se arrojaron al suelo.
“Se golpeaban la cabeza contra el suelo mientras los guardias suizos miraban sin hacer nada”, agrega.
“Tirados en el suelo, Giovanni y Marco empezaron a llorar, al mismo tiempo que aullaban”.
“El Papa observaba desde una distancia. Luego, levantó un brazo y bendijo a los cuatro de ellos y fue como una sacudida furiosa: un golpe por todo el cuerpo que los lanzó tres metros hacia atrás”.
“Dejaron de aullar, y comenzaron a llorar desconsoladamente”
Según The Telegraph, el padre Amorth, que afirma haber llevado a cabo miles de exorcismos, escribió: “No es un misterio que los actos y las palabras del papa pueden enfurecer a Satanás; ni que la simple presencia del Papa puede calmar y ayudar de alguna manera a los poseídos en su lucha en contra quienes lo poseen”.
Agrega The Telegraph que Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, disputa el relato, diciendo que Benedicto XVI no estaba al tanto de las aflicciones de los hombres y que no tenía la intención de llevar a cabo un exorcismo.
