La apocalíptica situación que Japón está viviendo ante los horrorizados ojos de la humanidad se ve entorpecida, si no exacerbada, por la ausencia de una clase de dirigentes políticos que tomen control, impartan órdenes, asignen y movilicen recursos e inspiren a la población.

Eso dicen desde Japón Ken Belson y Norimistu Onishi en un artículo titulado “Fallas en los líderes japoneses profundizan sensación de crisis” publicado hoy en el New York Times. Su argumento es directo: después de la Segunda Guerra Mundial, y durante la ocupación estadounidense de la isla, el Japón floreció bajo un sistema en que los dirigentes políticos cedían la mayor parte de su política exterior a EUA, y sus asuntos domésticos los dejaba en manos de poderosos burócratas.

Por años, la burocracia tomó las riendas de las decisiones, en algunos casos sin siquiera consultar con los políticos. Tal fue el caso durante las escaceses de petróleo en los años 70, que condujeron a la creación de las centrales nucleares que hoy en día han causado la crisis.

Los burócratas, en colaboración con los directivos de las empresas de servicio eléctrico, convencieron al pueblo japonés que aceptaran la energía nuclear, política que iba en contra del ADN nacional dadas las experiencias con Hiroshima y Nagasaki.

Sin embargo, agregan, en la última década, esta la burocracia ha perdido su poder, la clase empresarial ha sido sacudida por la crisis económica, y ello ha creado un vacío de poder que no lo ha llenado una clase política, “..cuatro primeros ministros en menos de cuatro años y los analistas políticos ya habían descartado a Naoto Kan” desde antes del desastre.

El primer ministro representa un partido que ganó contundentemente las elecciones hace dos años, el Partido Democrático de Japón, pero tiene que gobernar una burocracia del opositor Partido Liberal Democrático, dicen.

Resultado de ello es una falta total de canales de comunicación y mucho menos de colaboración entre los políticos, burócratas y directivos de las compañías de servicio público. “Ningún individuo de cualquiera de los tres lados se convertido en la cara del esfuerzo de rescate”, dicen.

La ausencia de una voz energética, producto de estas rivalidades, se ha traducido en la incapacidad de coordinar los esfuerzos de socorro y de calmar al público.

Artículo en inglés