Fidel y Mandela“Castro no puede ignorarse o descartarse. Era amado y odiado. Para sus enemigos, era un dictador. Pero para los sudafricanos que sufrieron bajo el apartheid, fue un modelo de libertad”, escribe Mac Maharaj en el New York Times en una columna de opinión.

Mac Maharaj fue el secretario adjunto del proceso de negociación que entre 1991 y 1994 ayudó a negociar el fin del apartheid. Luego sirvió como ministro de transporte durante la presidencia de Nelson Mandela.

Recuerda que desde los primeros combates contra el apartheid, los sudafricanos siguieron el proceso revolucionario de Cuba.

Apartes.

“Durante el Juicio por Traición, los freedom fighters de Sudáfrica supieron del ataque fallido al Cuartel Moncada que Castro llevó a cabo el 26 de julio de 1953. En su juicio, Castro no negó nada, se enorgulleció de defender la democracia y terminó su defensa con una afirmación heroica: “La historia me absolverá’.

Ese mensaje resonó en nuestros 156 líderes, así como en activistas jóvenes como yo”.

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Así comenzó el liderazgo de un hombre que, en efecto, no hallaba pasión en apostarle a lo pequeño, quien vivió su vida en una isla empobrecida al lado del poderoso Estados Unidos, pero dejó huella en la historia mundial.

Era el comienzo del vínculo entre Castro y los cubanos, y Nelson Mandela y los combatientes por la libertad de Sudáfrica, así como con todo nuestro continente, donde hoy se le llora y celebra como otro freedom fighter.

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La relación entre la Cuba de Castro y la lucha de liberación de Sudáfrica se arraigó profundamente cuando, en los setenta y ochenta, Cuba brindó entrenamiento militar y otras formas de ayuda a los sudafricanos.

Tuve el privilegio de conocer a Castro en 1987, cuando Cuba ayudó a prepararme para mi misión en Sudáfrica dentro de la Operación Vula del Congreso Nacional Africano (ANC por su sigla en inglés). Como parte de esa operación, miembros del liderazgo del exilio se infiltraron en Sudáfrica como la guardia de avanzada que trabajaba de manera clandestina en el país.

Todavía puedo sentir la energía de Castro. Recuerdo la presteza sin reservas con la que respondía a nuestras peticiones para ayudar a mi misión como el comandante de la Operación Vula. No tenía la postura de una persona que quiere que su presencia y poder se sientan. Sentí que me hacía mejor persona en su compañía… mejor en el sentido de jamás dejar de querer mejorar la vida de los demás.

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Desde el momento en que Angola logró su independencia en 1974, el poder militar del estado sudafricano se ocupó de derrocar al gobierno. Angola sobrevivió en gran medida porque Cuba envió a sus soldados para que dieran sus vidas por la libertad de la gente de Angola, Namibia y Sudáfrica. Su sangre ha empapado la tierra de mi continente.

En la Batalla de Cuito Canavale en Angola, que duró de 1987 a 1988 y fue una de las más grandes en tierra africana, Castro ordenó que tropas cubanas de élite lucharan por la libertad.

Esa sangrienta batalla sepultó las ambiciones del régimen militar del apartheid y abrió el camino para el acuerdo de paz mediado por Estados Unidos y firmado en 1988. Provocó la retirada de todos los agentes beligerantes extranjeros de Angola y la independencia de Namibia. El acuerdo también provocó el cierre de los campos del ANC en Angola… un avance que ayudó a que el régimen del apartheid de Sudáfrica y las fuerzas de liberación dirigidas por el ANC negociaran la transición del gobierno de la minoría blanca a la democracia.

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El mundo siempre sabrá que alguna vez hubo un hombre llamado Fidel Castro. Los africanos jamás lo olvidarán. Sus incansables ideales anticoloniales y antiapartheid garantizan un lugar especial para él en los corazones de los sudafricanos.

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